28 de marzo de 2008

Mmora..., para la señorita I* (2)

¿Dónde estarán? Montañas de libros, mares de apuntes y playas de migas de galleta… Ocultaban lo que su búsqueda anhelaba. Se sentó y continuó leyendo.
Lo encontró en el último punto.

26 de marzo de 2008

Miedos de tinta

Blandí mi pluma contra mil monstruos, por nobles causas, por nobles amores. Escribí flores bermellones y rosas negras que brillaban en la oscuridad para anularla. Relaté hazañas que a la espesa noche atemorizaba y las criaturas malvadas respetaban. Mi pluma, grácil y veloz sangraba consonantes y vocales; altisonantes, cavernosas; sílabas, palabras, frases, exclamaciones, interrogaciones, entonaciones, canciones… Canciones, cantares… pesares. Mi pluma abatió a los demonios más grandes del inframundo y esgrimió las palabras de los grandes, los pensamientos de los respetables. Mi pluma al servicio de un noble reino, inexistente, alterno, nómada. Empuño mi pluma y flores marchitas son las que describe. Bestias irreales, imbatibles surgen de ella. Torres infinitas, inalcanzables. Príncipes con princesas que al ser rescatadas encuentran muertas. Mi pluma muerta, de tinta infecta. Pluma infecta de miedos y tristeza, pluma muerta. Ríos tintados de temor, tinte de héroes extintos. Emponzoñada tinta de mi pluma exangüe, pluma exánime.

22 de marzo de 2008

Verdad mentirosa

Sin tu calor junto mi almohada no habrá más mañana.
Ya te lo dije ayer.

9 de marzo de 2008

Canción de amor de la joven loca

Cierro los ojos y el mundo muere;
Levanto los párpados y nace todo nuevamente.
(Creo que te inventé en mi mente).
Las estrellas salen valseando en azul y rojo,
Sin sentir galopa la negrura:
Cierro los ojos y el mundo muere.
Soñé que me hechizabas en la cama
Cantabas el sonido de la luna, me besabas locamente.
(Creo que te inventé en mi mente).
Dios cae del cielo, las llamas del infierno se debilitan:
Escapan serafines y soldados de satán:
Cierro los ojos y el mundo muere.
Imaginé que volverías como dijiste,
Pero crecí y olvidé tu nombre.
(Creo que te inventé en mi mente).
Debí haber amado al pájaro de trueno, no a ti;
Al menos cuando la primavera llega ruge nuevamente.
Cierro los ojos y el mundo muere.
(Creo que te inventé en mi mente).

Sylvia Plath

8 de marzo de 2008

Postrimería

Esta noche he muerto por tercera vez en dos meses. La sensación es siempre la misma, frío. Estoy esperando a que llegue el gran día para contrastarlas, me imagino que la última debe ser más espectacular, pues se juntan dos, la del alma que ya sabe lo que se hace y la palpable muerte física, que siempre es más dramática. Esta noche he muerto por tercera vez en dos meses; y nadie se ha dado cuenta. Me he quedado inerte, silencioso y nadie ha intentado ni reanimarme. He sido un fotograma catódico, rutinario, al que nadie ha mirado ni tan siquiera con desprecio. Y durante, nieve en mi corazón. Esta noche he muerto por tercera vez en dos meses. Me pregunto cuantas veces se puede morir sin morirse. Cuan independiente es el cuerpo del alma y si realmente sirve de algo resistir. Creo que sí. Mientras, el invierno que se instala en mi corazón y mi testa cenicienta esperan a una primavera que no llega. Esperando que ya envejecido, curtido, aderezado con la vida, vuelva a brillar en mi el joven que una vez fui. Esta noche he muerto por tercera vez en dos meses y el niño que había en mi… no lo ha podido resistir.

2 de marzo de 2008

1 de marzo de 2008

Elemento: agua

Es como cuando la lluvia cala tu cuerpo, escurriéndose por cada rincón cubierto, filtrándose por todos los huecos. Es esa sensación de pesadez, de lentitud orgánica, de carga en las extremidades. Sientes por instantes un bautismo. Una liberación interior. Como si el alma escurriera los negros pensamientos, arrastrados por el incesante golpe de las gotas. El impacto es un susurro de consuelo. Decenas y cientos de gotas te confortan musitándote al oído que todo irá bien, como angelicales voces, y en ese preciso instante te dejas llevar. El suicidio de cada gota es una bendición. Su choque crea una nube diamantada. Te cubre un halo pulverizo, un manto de serenidad. Y te quedarías ahí toda la eternidad, pues sientes que vuelves a formar parte de algo, sientes que dejas de estar sólo. Y cuanto más tiempo te expones, más son las sensaciones que te reconfortan. Notar que el agua te abraza con tu propia ropa como si del deseo de una segunda persona se tratara. Vuelves a sentir el calor interior de tu corazón, pues el verdadero frío te ha calado. Y deseas morir así, deseas que sea la lluvia quien acabe contigo, porque en el fondo es morir por el deseo de un amante kamikaze. Es mejor morir así, y olvidarse de tan sólo vivir.