11 de agosto de 2015

"Tú, que me miras tanto..."

Foto montaje extraído del fanzine NoSoloBau, de DavidTsH, en los tiempos de las cartas abiertas. 

Hoy tengo muchas historias que contar, pero de todas, contaré la más importante. Hoy no hay cuento existencialista o de ficción. Hoy voy a contar la historia que creó muchas historias. Este va a ser un post especial. Hace unas semanas se fue alguien especial dentro de mi vida, a pesar de que ya no estábamos el uno dentro de la del otro. Por que no me quedo corto si digo que si no fuera por esta persona no existiría este blog, o mi faceta escribiente.
Se fue la persona que me llevó al límite, al abismo de mis capacidades, de mi imaginación y sobretodo, y sé qué él lo sabía, de mi fuerza de voluntad y de superación. Me enseñó lecciones por las malas maneras, en las que mejor se aprenden, y por las buenas, en las que te preparan para las malas. Fuimos enemigos desde la primera mirada y no pudo ser de otra que terminamos siendo amigos. Y como todas las grandes amistades, hubo un gran enfrentamiento que nos alejó. No negaré que la contienda dividió a toda una universidad. Hubo dolor, pero aprendí a combatir con los hechos y no con la rabia, y después de todo, hubo respeto.

Finalizado todo aquello seguimos con nuestra relación, pero ya todo era diferente. Ya no era más aquel aprendiz que veneraba a su maestro. Éramos cordiales, nos saludábamos, hablábamos, nos respetábamos. 

La última vez que nos vimos fue en su agencia. Reencuentro entre ex profesor y ex alumno. Charlamos por varias horas. Nos despedimos afectuosamente, respiré el aire de aquel quien no ha defraudado a su mentor. Acordamos vol-vernos para tomarnos unas cañas con algunos del viejo grupo. Lamentablemente nunca sucedió. 

Carlos, como bien me dijiste una vez: "Esto se nos ha ido de madre".

Mírame, aún sigo sin explotar mi potencial debidamente, pero me pusiste en el camino.
Me honra el saber que sin duda tú fuiste mi primer Maestro. Gracias.

DEP Carlos Schmidt.
PS: Aún tu carta me sigue hiriendo...

2 de agosto de 2015

Sextilis

Y llegó agosto, como un soplo a mitad de la noche, frío y desconcertante. Los días de verano habían dejado de existir, quedando sólo un inerte sol estival empedrado tras tristes bloques de invernales nubes. El viento rememoraba el sabor al fin de temporada para los camareros, ese que sólo arrastra soledad, sobras de placer y diversión. Las piscinas silenciosas parecían que ya no quedaban indeseables escondidos por cualquier parte. Agosto había llegado con la sorpresa que no quería llegar. Y los camareros sonreían con la esperanza que así fuera. Era fin de temporada para los corazones sin rostro. Agosto había llegado sin ganas y el verano lo sentía.