Frío, congelado. En medio de la nada, desolado. Perdido de la mano de dios. Su corazón se encontraba desterrado. Más allá del fin del mundo, de la vida, del tiempo.
Teletransportado en un parpadeo, dejó Kansas, su hogar, su familia, sus amigos, su vida, su Tierra; y apareció en medio de ningún lugar. Frío, gélido; calor, infernal; un infierno en la no-tierra. Estando allí vio gigantes de piedra, peces de nubes, animales de fuego, insectos de sal y un sin fin de ilusiones como oasis en los desiertos, jugando con la sed del corazón.
¿Qué había hecho para terminar ahí? ¿Sabe una hormiga porque le aplasta un zapato? Pues lo mismo. Simplemente estaba ahí.
Algunas ilusiones eran trampas para servirle como cena, almuerzo o desayuno, otras era la propia isla que se divertía con él. A veces era el calor, en otras el frío. Era el nuevo canal favorito de televisión para la isla. Y él, el mejor guionista, listo para hacer la mejor interpretación de su vida.
Vivió reposiciones de sus episodios más trágicos y de las temporadas más oscuras. Presentador del Late Night Show de sus pesadillas. Cronista de sus más oscuros y retorcidos secretos. Y vio cómo su parrilla infantil desaparecía para siempre condenándolo a las más terribles tinieblas.
Aún sigue siendo el único poblador de la isla Desengaño (por nadie nunca nombrada así), en donde vive persiguiendo a sus ilusiones con la esperanza de alcanzar una y poder desvanecerse junto a ella, o por lo menos darle un suspiro a su corazón y recuperar una pizca de vida.
Tengo la certeza que somos polvo estelar. ESO somos. De ESO venimos. Y en ESO nos convertiremos, nuevamente.
Somos nada en la vastedad del universo. Seremos olvido en la inmensidad del todo. Pero tened la certeza que esta mota de polvo cósmico que os habla, nunca os olvidará; y esparciré mi memoria de vosotros por todos los confines del universo para haceros eternos en el infinito, mientras nos volvemos TODO siendo nada.
Hace tiempo que me miro y no me entiendo. La sensación es cotidiana, como esa saliva que pasa mal dejándote un nudo en la garganta, que ni sube ni baja porque no hay nada que tenga que bajar o subir. Sin embargo la sensación está, existe, en alguna parte de mi algo se duele; y lo que siento es un dolor reflejado de algún otro lugar en mí. Hace tiempo que no me siento, y sin embargo siento que hace tiempo que no estoy en debo estar, pero en donde estoy sé que es en donde hay que estar. Me extraño, no reconozco al tipo en el que me he convertido, algo no florece dentro de mí. ¿Cuánto puede aguantar mi cuerpo las embestidas de lo que intenta escapar?
Mi vida nunca se rigió por ninguna lista ideal, ni por los sueños ni anhelos de otros. Jamás me planteé llenar mi vida de grandes sueños, que son metas, y vivir para lograrlos, para darle un sentido a mi existencia. Y no sé si ese es ahora el problema. Sin embargo, algo me dice que me he olvidado alguna cosa. Que en mi maleta se ha quedado incompleta. Que no estoy viajando con lo justo. Que quizá llevo sobre equipaje, y que cargo de más de lo que no debería. Puede que sea porque no hice mi maleta pensando en mi...
¿Qué callan estas lágrimas que recorren mis mejillas, ya comenzando a agrietarse, y mueren sobre el teclado? Si beberlas me lo revelara, juro que intentaría embriagarme en ellas, y con gusto moriría en la resaca fuera cual fuera la que proviniera de ellas. Quizá las lágrimas son al final las que hablan aquello que mis labios son incapaces de expresar, porque en el fondo sé que después del primer aliento, al expulsarlas, mi mundo cambiaría para siempre. Y sin embargo, quisiera que todo cambiara quedándose igual. Transmutar sin consecuencias, pero la vida es cambio. Así pues sólo queda un cobarde. Demasiado valiente para enfrentarse al silencio, y demasiado temeroso para afrontar la libertad.
Quizá sea la sensación que ya no me queda un refugio en este lugar que llamamos Tierra, y eso duele.
*El video es porque... lo rodaron en Menorca (mi Tierra), y últimamente me produce un tsunami de sentimientos encontrados y desencontrados -también-. Pero no me hagáis mucho caso, está bien bonito, así que agasajaros.
T es de Timmy, el niño tiburón, que llora porque los Reyes le trajeron carbón. La verdad es que el niño era bastante cabrón así que no se merece la compasión de nadie. Una cosa es que llore por injusticia, y otra porque saque tajada de la lástima...
En fin, esta es la historia de Timmy, tan cabrón que no hay porqué entrar en detalles.
Sombras del alba, nació de un cuento que escribí hace ya mucho tiempo. Aquí lo dejo para quién quiera saciar su curiosidad y quiera leer un texto que si no fuera así, nadie lo leería. El texto se titula Al alba, es una reescritura de Fausto de Goethe, hecha allá por el 2005.
Haz lo que quieras...
Soy esa línea escrita a lápiz mil y una vez sobre mil y un repasos de goma. Ese enigma reescrito demasiadas veces, tantas que ya no se distinguen sus principios de sus desenlaces.
Cansado de intentar agradar a los demás, y agotado de las decepciones que dejo que me causen. Soy un final incierto de un cuento olvidado.
Ya no escribo como antes, ya no vomito, estoy vacío. Ahora sólo hay bilis y noches de insomnio. Pero si te atreves a seguir leyendo quizá puedas alcanzar a ver un pequeño pero verde jardín tras el punto y final.
No esperes conocerme a través de estas líneas, pero en estas líneas, de alguna manera... estoy yo.
Siempre eres bienvenido, aunque no siempre vayas a recibir una cálida bienvenida. Coge aire, expira y lee.
Estás en tu casa.