14 de diciembre de 2008


Rumbo destino

Olvidado, maquinando en las sombras, obsoleto. Planeando su encuentro, su rescate. Acurrucado en las sombras, sobresaliendo de ellas. Islas de agrietada soledad, de abandono. Espera altivo en su lugar, aquel que siempre fue, donde es bañado de luz y calado por las sombras. Erosionado por las sombras del corazón y florecido por la luz en la piel. Y en un rincón, estático, se queda vacilando y después divagando en porqué su sino era ése y no otro, uno lejos de todo... Luego de un rato llegaba a la conclusión que el olvido le traía en cada crepúsculo, y en cada ocaso; ya se encontraba en ese su otro sino.

10 de diciembre de 2008

En las nubes

Abría y cerraba los ojos con acentuada frecuencia. Abría y cerraba. Abría… y cerraba. Abrió y al final miró con los ojos irritados por la ventana. Había estado tan centrado parpadeando que no se percató de que ya no estaba con los pies en la tierra. El amarillento pasto y el sofocante asfalto de junio se había convertido en esponjosa nube blanca y en etéreo azul.
Aquello alivió su mirada. Ese colirio, sueño del hombre, le detuvo la mirada sobre los gigantescos cúmulos de espumosas formas. Volvió su mirada al frente y se recostó en el asiento cerrando los ojos pensativo. Al rato el azafato le despertó ofreciéndole algo para tomar. —Agua, por favor.

Una voz semi metálica sonó en los altavoces anunciando la obligación del uso de los cinturones debido a la zona de turbulencias que disponían a atravesar. Hizo clic. Con el vaso de agua de la mano volteó de nuevo a la ventanilla y admiró el paisaje. Mirando todo y nada a un tiempo. Algo le llamó la atención en las nubes, alguien más bien. Una silueta, una persona parecía, estaba sentada en la terminación de una nube. No podía ser era imposible. Se encaramó a la ventanilla para poder escudriñar aquello que creía ver. De haber sido posible hubiera atravesado el cristal. Empezó a fijar absorto su mirada, a agudizar la vista en aquello que parecía ser una persona. Abrió los ojos de asombro, atónito. El descubrimiento agitó el avión bruscamente y un golpe lo volvió todo blanco.

—¿Te vas a levantar?

Depuso las manos en el suelo para enderezarse, las sintió húmedas al hacerlo pero no se mojaron. Con la cabeza un poco dolorida; todo estaba en azul y blanco. El aire era frío aunque sólo lo notaba al respirar.

—¿Echamos una carrera?

Automáticamente recordó que no se encontraba sólo. Había olvidado por completo a la voz. Buscó torpemente al dueño de su despertar. Pero era inútil. No había nadie.

—¿Echamos una carrera?

Extrañado quiso contestar, pero de su garganta no salía palabra alguna. Se echó mano al cuello y en éste sus cuerdas vibraban, pero nada cruzaba el umbral de sus labios.
Finalmente se enderezó. Todo cambió al hacerlo. Vio dónde se encontraba. Debía de ser un sueño, aquello no podía ser real. Caminó hacia el borde y la precipitación le confirmó lo que no se creía. Estaba en una nube. Y su mirada no podía alejarse del precipicio de algodón.

—¿Entonces ya estás listo?

Giró automáticamente la cabeza hacia su derecha. La voz era de él, no de el sino de Él. Ahí estaba, de pie con unos tejanos, su camisa a rayas blanquiazul de marinero y su barba de siempre. Sonriéndole.

—Tú déjate llevar. Sólo salta lo más fuerte que puedas. ¿Listo? Uno, dos… ¡tres!

Con su mirada vio cómo flexionaba sus rodillas y se lanzó liviano sobre una nube que se encontraba enfrente, algo más arriba. Aquello era de locos, no podía hacerlo. Se aproximó al borde apurándolo y miró al vacío. Una sensación de vértigo le recorrió el cuerpo echándolo hacia atrás. Volvió a mirar a la nube de enfrente y ahí estaba él esperándolo. ¿Por qué desconfiaba? A fin de cuentas… era su amigo. Anduvo marcha atrás, tomó aire y comenzó a correr hacia el borde. Luego saltó… Cuando se quiso dar cuenta de todo estaba pasando por encima de Él, Él viendo como él volaba, y él viendo cómo reía. E inmediatamente reanudó la carrera. Miró hacia atrás y al ver que le seguía decidió no parar.
Ambos se perseguían, por un momento uno por un momento otro. A veces atravesaban las nubes otras se impulsaban en ellas y durante un tiempo hicieron realidad el sueño del hombre. Surcaron el cielo entre carcajadas y mirándose en los adelantamientos.

—Ya casi llegamos.

¿Ha dónde? Se preguntó, mientras continuaba impulsándose. Saltó de nuevo y de repente sólo hubo vacío. Continuó flotando durante un rato y junto a él, sonriente estaba Él.

—Bueno, hasta aquí hemos llegado. Ya no puedes seguir. Me ha gustado volver a verte. Quizás la próxima vez me ganes. Ahora tienes que volver. Cuídate.

Le habló a los ojos, sólo pudo hablar con ellos. Él le sonrió mientras su cuerpo cedía lentamente a la gravedad. Terminó, finalmente, desapareciendo en el mismo punto en el que apareció; y al hundirse en una monstruosa nube blanca empezó a sentir el frío húmedo en su pecho y todo se fundió en el blanco. El golpe en la cabeza le volvió a doler y al salir del blanco se encontró de nuevo mirando por la ventanilla, con la camisa mojada y el vaso vacío.

—Xavi…— pudo decir al fin.


Pensado para ti, Xavi. Tres años y es como si siguieras aquí.
Me perdonarás que no haya adjuntado la ilustración que acompaña al texto, pero no he tenido tiempo, cuando esté la subiré.


La ilustración aquí.

8 de diciembre de 2008

Principio Manifesto

Algo ha cambiado. Ha pasado mucho tiempo desde que este blog comenzó a andar. Pero resulta curioso, cuanto más tiempo pasa, menos mío parece. No es en lo que debió haberse convertido... Sombras del alba nació por accidente, por el azaroso accidente de que mi hermana me insinuara el hacerme un blog ¿un blog para qué? luego supe para qué, para que fuera testigo de lo que en mi mente se sucedía. Pero ahora mi mente ya no es libre aquí, ya no siento la libertad del anonimato, ni la libertad de expresar mis pensamientos y sentimientos. Ahora que sé de muchas de las caras que me leen. Cuando nació sombras del alba, sólo sabía de su existencia mi hermana y cuatro almas perdidas que se dieron de morros con mis pensamientos, y eso me gustaba, me gustaba la idea de que la gente que leía mis textos no conocían quien los escribía, pero con el tiempo, la gente que conocía me preguntaba y yo pues les daba mi blog, pero nunca estreché lazos con ellos por lo que seguía siendo mi espacio. Pero luego las cosas cambiaron y la gente se daba cuenta de que todo aquel que escribe habla de uno mismo y por ende de todo lo que le rodea. Y empiezan las preguntas, las insinuaciones y de las procedencias del contenido, y es entonces cuando te sientes castrado. No puedo abandonar este blog, es como... soy yo, es o era, ya no lo sé. Pero no puedo mandar al olvido una parte de mí por los demás, no lo permitiré, no permitiré que me amputen este miembro. Por ello he decidido recuperar este lugar, a partir de ahora elimino la posibilidad de dejar comentarios no quiero que la gente juzgue mis palabras, no en este mi espacio. Hablaré de mí, escribiré de lo que siento de lo que he sentido y de lo que sentiré, a veces crudo y sincero, otras muy probablemente ofensivo y visceral. No quiero saber si alguien se da por aludido o no. Quiero que este lugar vuelva a ser mío aunque ello signifique expulsar a los mercaderes de mi templo. A obligaros al exílio. Quiero volver a sentirme anónimo, quiero volver a no ser nadie. Quiero ser las palabras y no quien está tras ellas.
Este es Principio Manifesto.


Fhil

20 de noviembre de 2008

Juan Palomo




Juan Palomo se estaba empachando de luz en el palomar cuando se sintió realemnte mal. Bajó a descansar sin llamar, y se echó a dormir. Se fue a comer más luz antes del amanecer.

18 de noviembre de 2008

A tu salud


Este va a tu salud, Jessica.
Para recubrir de nata y vainilla esos amargos sabores.


PS: Ahora me llamo Fidel, qué le voy a hacer, jajaja.

9 de noviembre de 2008

3 de noviembre de 2008

Rufus


Rufus salió a comprar hilos cuando no había nadie en la casa...

28 de octubre de 2008

el sacro espectador

26 de octubre de 2008

Los derechos



Ando metido en un proyecto sobre los derechos de la mujer, algo bastante gordo para alguien como yo, pero me estoy volcando. De todo lo que he visto, lo de arriba es lo que más me ha llegado pese a que es muy americano.

Pronto soltaré más información.

20 de octubre de 2008

Atrapado fuera

Hoy volví a sentir la soledad sobre mis sienes. Como una losa de frío hielo que según se derrite me vuelve parte de ella, atrapándome, volviéndose a helar. Ese vacío y gélido artificio. Desoladora caída libre sin paracaídas ni árboles ni nieve que frene el impacto, sólo carne y nada. La pieza, el hueco de la pieza que hay en mí, se rompió antes de nacer, no hay recambios ni trueque engañoso que pueda valer, sólo el vacío eterno de algo no eterno. Vagaré errante sobre la tierra, descubriré lo que hemos olvidado y viviré las cosas que simplemente imaginé sin saber qué eran. Despertaré nuevos días como si del último fueran, por que más me valdría que así fuese, porque cuesta más cargar con lo que no se tiene que con lo que sabes que puedes. Y beberé de exóticos labios con la tranquilidad de saber que no serán jamás para mi. Me haré amigo de la soledad para que nuestra amargura sea menos una, y así quien sabe quizá algún día, la pueda engañar…

Libre dentro

Hoy volví a sentir la soledad sobre mis sienes. Ese vacío y gélido artificio. Ha aprisionado mi corazón sin darme cuenta y soy cautivo, es cautivo. No valga plan que urda que no sea una burda ilusión de liberarme. Esperaré que me vuelva ceniciento, y cuando ya no le resulte interesante me liberaré sabiendo que el último minuto es siempre el más intenso.

15 de octubre de 2008

Azulclarocasirosa

Azulclarocasirosa

Fermín, siempre, desde pequeño había soñado con viajar a su planeta natal, donde todos son como él, de color azul pálido y enormes ojos oscuros. No entendía porqué le habían puesto el nombre de su abuelo, si no se parecía en nada a su abuelo. Deberían haberle puesto entonces un nombre propiamente propio, que no tuviera nadie que fuera rosa.

Su rareza le había convertido tempranamente en actor de cientos de spots televisivos, más tempranamente aún en sujeto de cientos de experimentos científicos, también fué niño traumatizado en el colegio y bicho raro en cualquier lugar al que iba. Incomprendido de nacimiento.

Pese a una infancia tan ingrata, Fermín salió adelante, y a sus cuarenta años el "hombre turquesa" poseía ya fama mundial, todo tipo de merchandising, una marca de ropa, una cadena de supermercados de electrodomésticos, había liderado su propio movimiento político, y ahora, por fin tenía su propia película.

Habían invertido tres largos años en rodar y montar el largometraje, se preveía un bombazo. Habían empapelado la ciudad de carteles en los que salía guapo y emitido hasta la saciedad los trailer que prometían la agridulce historia de ser azul en un mundo rosa. Por fin Fermín iba a ser lo famoso que merecía, iba a tener su propio oscar para resarcirse de tanta incomprensión.

Era la noche del estreno, Fermín se había puesto su traje de chaqueta. Ya le parecía escuchar los aplausos, sonreía frente al espejo, atisbó una micra de felicidad azul, preveía sentir más durante el cóctel de después de la proyección, volvió a recitar de memoria las palabras que tenía preparadas para Eva. Corrió una lágrima azul por su mejilla azul.

Salió de casa a coger un taxi, fuera diluviaba, cogió aire antes de salir del portal, como si la lluvia fuera mar y él fuera a bucear. Al levantar la mano para llamar al taxi se dio cuenta de que la lluvia caía azul a través de ella. Abrió aún más sus ya enormes ojos negros, el color rosado de su mano, se miró la otra, igual. En el suelo se formaba un charco turquesa con la misma forma que tienen los charcos de sangre en las novelas policíacas. Corrió a mirarse al retrovisor de un coche que estaba aparcado. Cuando por fin se lo pudo creer sopesó esconderse dentro de una alcantarilla para siempre, no, un taxi, y cuando avistó uno se puso delante sin darle tiempo a frenar.

Texto de Inés Sanchez Nadal
(o lo que viene siendo un Crossover).

24 de septiembre de 2008

Faus-Tino; el cara de niño

Faustino se pasó la vida lamentándose de aquello que siempre pudo haber sido y nunca fue (por que no debía). Tal fue así su pesar que a pesar del pasar de los años su mirada quedó fija atrás, resistiéndose a abandonar su pasado. Tanta fue su resistencia que hasta su rostro se negó el derecho a envejecer y se ganó a pulso su nombre desdichado.

Aquellos hombres que jamás fueron...

23 de septiembre de 2008

El disgusto de un susto que era arbusto

Creyó haber visto algo entre los arbustos
pero qué disgusto
fue el comprobar que era el busto
de alguien que estaba muy a gusto
regalando sus sustos.

Ilustración de Inés Sanchez Nadal

18 de septiembre de 2008

Flama


Una vez conocí a un hombre que era capaz de crear fuego con los dedos...
Se calcinó en un estornudo.

15 de septiembre de 2008

De balcones e intenciones

Siempre sujeto a la fachada envidiaba a sus vecinos. Aquí nunca pasaba nada, siempre era como siempre, aburrido. Se le partía el alma ver el alba y descubrir con él que sus vecinos semejantes cambiaban. Aquel vestía pétalos de temporada, más abajo se cubría con la ropa de sus huéspedes, otro tenía la armoniosa compañía de un canario, y así, uno tras de otro se hacían únicos. Él también se sentía único, el único desdichado de toda la comunidad. Despertaba con el sol y el rocío le acicalaba el sueño para ver como su piedra desnuda seguía igual de fría, sin encontrarse jamás con la elegancia de llevar una rosa en su solapa con la que acallar los susurros de la hora de la siesta. Poco podía chismear de sus huéspedes por lo que siempre se callaba cuando entre ellos hablaban y si acaso, por una extraña casualidad, le preguntaban él se sonrojaba y eludía la responsabilidad de admitir su desdicha. Se enojaba con acrecentado disgusto cuando en altas horas de la mañana le desvelaban las carcajadas de algunos huéspedes de enfrente que con carácter desinhibido charlaban a la fresca sin importarles más que ese momento.
En alguna contada ocasión recibía visita, y ese acontecimiento era celebrado por todos que se alegraban por su compañero, pero a él, a pesar de su alegría se sentía insatisfecho pues no podía contar nada a los demás que ya de sobras estaban enterados de todo.
Se resignó durante largo tiempo a tal fatal destino y su cara comenzó a tornarse gris y oscura, dejó de adecentarse y sus barrotes se comenzaron a oxidar. Una vez a la semana se peinaba el suelo simplemente para evitar parásitos. De tanto en cuando algunas palomas se le acercaban a consolarlo, y algunas otras a humillarlo y a reírse de él, abusando de que no tuviese quien le defendiera. Y se quedó contemplativo, observando y anhelando lo observado. En su corazón cupo aún un pequeño atisbo de esperanza el saber que la vida de sus huéspedes no sería tan longeva, y se quedó esperando a la espera de lo esperado, que nunca llegaría.

7 de septiembre de 2008

Un cuarto del queso que llamamos siglo


Pues e aquí mi regalo de cumpleaños (el primero y creo que el último del día) por parte de mi amiga la moluscosa [gracias].
Y muchas gracias a todos desde unos veinticinco distantes de todo :D

3 de septiembre de 2008

Germán: el alacrán

Andaba yo cansado buscando alimento en esta que ahora es mi caótica vida/casa. Cuando una evidente falta de práctica en la higiene culinaria de cacharros me arrastraba a la inexorable del friega que te friega. Cual fue mi susto que Germán se había introducido en mi vida hasta la cocina...¡!



7 de agosto de 2008

Viaje

El viaje no empieza cuando tus pies tocan el polvo de una nueva tierra, sino antes. El viaje da comienzo en la primera despedida, en el momento en que dices adiós, y te comprometes a irte porque ya lo has dicho, ya has dicho adiós. ¿Qué clase de persona serías si tras decir adiós no te fueras? Entonces comienzas a asumir el destino, que no es otro que lo que uno se ha ido construyendo y por lo tanto, sometido a tu voluntad. Pero ahora tienes una promesa para con los demás y ya no puedes volver. Tomado consciencia, cada partícula de tu yo anterior se va desintegrando en cada abrazo. Eres la piel muerta de tu cuerpo que va saltando catastróficamente al vacío de la nada dando a la luz una nueva piel más fuerte sana y renovada, diferente. Con cada abrazo vas soltando el lastre que te impide volar alto.
Y comprendes entonces que tu viaje interior ya ha empezado.
Das pasos que ya no son los tuyos porque estos ya no están contigo, están recorriendo los parajes que tu mente recrea de forma ficticia de aquel que será tu gran viaje; de visita al monstruo gris que ni por asomo uno se imagina… De vez en cuando uno se pierde en el viaje de su imaginación y al lugar al que va a parar no es otro sino aquel en el que estás ahora. El mayor peligro de perderse no es sino el no perderse donde uno realmente debería hacerlo…
Sea como fuere, mi viaje ya ha empezado y el mínimo trámite de pensar en una Terminal de aeropuerto se hace asqueante porque uno mismo no entiende que ya estoy allí, pero igual de perdido que aquí.

16 de julio de 2008

The Godfhil


Un detallito de Inés "la moluscosa".

1 de julio de 2008

El mapa


Tres días navegando y nada. La mitad de la tripulación ha sucumbido ante el odio de este mar y otros tantos han sido poseídos por la codicia. Como capitán he fracasado y sólo he podido atrincherarme en el puente de mando, desvalido. Las historias de riquezas y vida eterna no son suficientes para ayudarme a enfrentar el calvario que me espera, que nos espera… Aún recuerdo la voz de ese viejo bastardo que por tres doblones de oro me dio este desdichado mapa.

La puerta está cediendo. Los golpes son atronadores. Mis hombres, ya no son míos. Ya no son hombres. Han entrado y mis palabras no alcanzarán a describir su inhumanidad…

Vamos a la deriva.



Primera ilustración de Jose Antonio
Segunda ilustración de Inés Sanchez

16 de junio de 2008

Tomando carrerilla

Pese a que llevo un tiempo irregular en mis textos e historias, prometo volver a reactivarme después de las fiestas de mi pueblo. Sant Joan, allá voy.
En diez días, si no antes estoy de vuelta. Mientras os dejo mi participación en el concurso de carteles para la fiesta y una foto de los artífices de la equina figura
(menos dos que por timidez se quedaron al margen a pesar de su apoyo logístico).



Bones festes, y nos vemos pronto.

21 de abril de 2008

Le frik d'Avignon


La calle Avignon se encontraba colmada de bullicio; de entre todos los lugares, países y rincones que la formaban sólo uno mantenía la asepsis frente a todo. Quienes pasaban frente al lugar, donde estaba ELLA, la mayoría de la gente acallaba sus voces y avanzaba en silencio.
Era un portal triste, rozando la melancolía de un tiempo ya abandonado por el mundo. Y aunque al observarlo te inundaba de hermosura, tristeza era la suma de sensaciones. A menudo se distinguía una forma alta y lánguida a través del escamoso cristal amarillento, que formaba parte del perenne portal de madera y pintura escamotada.
Carmela era su inquilina. Una mujer que tiempos atrás fue una esbelta modelo y posteriormente una modista de cierto éxito hasta que los vicios y el reconocimiento la llevaron al estrellato más patético. Fue mártir de su adicción a la cocaína y asesina de sus sinapsis con el mundo. Habiendo perdido su percepción de lo veraz, comenzó a vivir según su realidad.
Se la comenzó a ver noctambulando de bar en bar, recolectando imaginaria aguamiel. Siempre con sus discretos pechos descubiertos y sus costillas ciñendo cintura. Poco a poco y tras un intento de violación, la gente del barrio la empezó a estimar y la bautizaron dulcemente con un cruel mote. Desde entonces siempre se la puede encontrar coqueteando con las barras de los bares, con imaginarios amantes y galanes.
Y cuando el sol comienza a ganar la batalla a la oscuridad, siempre se la puede distinguir la quebrada forma tras el cristal, esperando a que la noche se deje caer sobre la calle. Y cuando al salir, oír decir a todo el mundo exclamando por lo bajo: “Mira, la frik d’Avignon”.

Ilustración de Francina.
Texto de un servidor.

12 de abril de 2008

Traslúcido

Felinidades

Se armó de valor. La miraba de forma que parecía que con sólo respirar se la merendaría. Pero se armó de valor. Introdujo la mano en su boca hasta dar con ella.
Ronroneando le lamió la cara.

28 de marzo de 2008

Mmora..., para la señorita I* (2)

¿Dónde estarán? Montañas de libros, mares de apuntes y playas de migas de galleta… Ocultaban lo que su búsqueda anhelaba. Se sentó y continuó leyendo.
Lo encontró en el último punto.

26 de marzo de 2008

Miedos de tinta

Blandí mi pluma contra mil monstruos, por nobles causas, por nobles amores. Escribí flores bermellones y rosas negras que brillaban en la oscuridad para anularla. Relaté hazañas que a la espesa noche atemorizaba y las criaturas malvadas respetaban. Mi pluma, grácil y veloz sangraba consonantes y vocales; altisonantes, cavernosas; sílabas, palabras, frases, exclamaciones, interrogaciones, entonaciones, canciones… Canciones, cantares… pesares. Mi pluma abatió a los demonios más grandes del inframundo y esgrimió las palabras de los grandes, los pensamientos de los respetables. Mi pluma al servicio de un noble reino, inexistente, alterno, nómada. Empuño mi pluma y flores marchitas son las que describe. Bestias irreales, imbatibles surgen de ella. Torres infinitas, inalcanzables. Príncipes con princesas que al ser rescatadas encuentran muertas. Mi pluma muerta, de tinta infecta. Pluma infecta de miedos y tristeza, pluma muerta. Ríos tintados de temor, tinte de héroes extintos. Emponzoñada tinta de mi pluma exangüe, pluma exánime.

22 de marzo de 2008

Verdad mentirosa

Sin tu calor junto mi almohada no habrá más mañana.
Ya te lo dije ayer.

9 de marzo de 2008

Canción de amor de la joven loca

Cierro los ojos y el mundo muere;
Levanto los párpados y nace todo nuevamente.
(Creo que te inventé en mi mente).
Las estrellas salen valseando en azul y rojo,
Sin sentir galopa la negrura:
Cierro los ojos y el mundo muere.
Soñé que me hechizabas en la cama
Cantabas el sonido de la luna, me besabas locamente.
(Creo que te inventé en mi mente).
Dios cae del cielo, las llamas del infierno se debilitan:
Escapan serafines y soldados de satán:
Cierro los ojos y el mundo muere.
Imaginé que volverías como dijiste,
Pero crecí y olvidé tu nombre.
(Creo que te inventé en mi mente).
Debí haber amado al pájaro de trueno, no a ti;
Al menos cuando la primavera llega ruge nuevamente.
Cierro los ojos y el mundo muere.
(Creo que te inventé en mi mente).

Sylvia Plath

8 de marzo de 2008

Postrimería

Esta noche he muerto por tercera vez en dos meses. La sensación es siempre la misma, frío. Estoy esperando a que llegue el gran día para contrastarlas, me imagino que la última debe ser más espectacular, pues se juntan dos, la del alma que ya sabe lo que se hace y la palpable muerte física, que siempre es más dramática. Esta noche he muerto por tercera vez en dos meses; y nadie se ha dado cuenta. Me he quedado inerte, silencioso y nadie ha intentado ni reanimarme. He sido un fotograma catódico, rutinario, al que nadie ha mirado ni tan siquiera con desprecio. Y durante, nieve en mi corazón. Esta noche he muerto por tercera vez en dos meses. Me pregunto cuantas veces se puede morir sin morirse. Cuan independiente es el cuerpo del alma y si realmente sirve de algo resistir. Creo que sí. Mientras, el invierno que se instala en mi corazón y mi testa cenicienta esperan a una primavera que no llega. Esperando que ya envejecido, curtido, aderezado con la vida, vuelva a brillar en mi el joven que una vez fui. Esta noche he muerto por tercera vez en dos meses y el niño que había en mi… no lo ha podido resistir.

2 de marzo de 2008

1 de marzo de 2008

Elemento: agua

Es como cuando la lluvia cala tu cuerpo, escurriéndose por cada rincón cubierto, filtrándose por todos los huecos. Es esa sensación de pesadez, de lentitud orgánica, de carga en las extremidades. Sientes por instantes un bautismo. Una liberación interior. Como si el alma escurriera los negros pensamientos, arrastrados por el incesante golpe de las gotas. El impacto es un susurro de consuelo. Decenas y cientos de gotas te confortan musitándote al oído que todo irá bien, como angelicales voces, y en ese preciso instante te dejas llevar. El suicidio de cada gota es una bendición. Su choque crea una nube diamantada. Te cubre un halo pulverizo, un manto de serenidad. Y te quedarías ahí toda la eternidad, pues sientes que vuelves a formar parte de algo, sientes que dejas de estar sólo. Y cuanto más tiempo te expones, más son las sensaciones que te reconfortan. Notar que el agua te abraza con tu propia ropa como si del deseo de una segunda persona se tratara. Vuelves a sentir el calor interior de tu corazón, pues el verdadero frío te ha calado. Y deseas morir así, deseas que sea la lluvia quien acabe contigo, porque en el fondo es morir por el deseo de un amante kamikaze. Es mejor morir así, y olvidarse de tan sólo vivir.

14 de febrero de 2008

Eseuve 2/2
Belerofonte

Alzó la vista, en la calle transitaban lenguas foráneas y olores variopintos; a veces dulces, a veces duros. Arropado en su gabardina cabizbajo pasando discretamente por entre una multitud ensimismada por la explosión de color de flores y luminiscentes. Megáfonos azorando la quietud del monótono bullicio. Parejas abalanzándose ante él de forma sincronizada como si de un musical se tratara. A su paso vendedores ambulantes le lanzaban pétalos de flores, vociferándole estandartes del amor. Señoritas sobremaquilladas se le arrimaban invadiéndole y embadurnándole con su aroma tóxico. Jóvenes reposteras con labios pintados de chocolate se atrevieron a besarle mientras que, sin detenerse un momento, pasteleros engalanados con esmóquines de chocolate negro y pajarita de chocolate blanco le ofrecían incómodamente sus deliciosos bombones. Avanzó sin reparar en ellos, ni tan siquiera se lamió o limpió los dulces besos recibidos. Avanzó hasta que unas rosas le devoraron la cara. Se detuvo. Brusco. Todos seguían moviéndose a su alrededor, continuaba lloviendo pétalos, las bandejas le envolvían y el tipo que le hizo tragar las flores se asomaba sonriente sobre el jardín ambulante. Las reposteras se le empezaban a arrimar. Alzó los brazos y mandó al suelto al tipo impertinente de las flores. El hechizo se rompió y todos salieron espantados.
Él siguió su camino.

Eseuve 1/2

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.

Cancionero y romancero de ausencias
Miguel Hernández

Ensayo: Palabras en soledad

En momentos inestables, cuando todo deja de funcionar, cuando el ánimo decae; las palabras se tornan cobijo de nuestros miedos, en reflejo de nuestros pesares. Hacen frente a lo que no podemos combatir por debilidad o impotencia, son ellas las que habiendo nacido por la necesidad de comunicarse con otros saltan a nuestro auxilio blandiendo como espada sus más bellas formas escudadas con nuestros sentimientos, en muchas ocasiones, oscuros. Ciñendo ropajes antiguos que a muchos extrañará y a otros tantos impresionarán despertando pasiones y respeto. Son las palabras las que nos cuidan cuando algo no va bien; las que nos dan ánimos, las que dan amor, las que nos empujan hacia el valor. Valor para poder hacer frente a la soledad del camino por recorrer. Valor para ser capaz de tomar un curso distinto o para no rendirse. Y en verdad, las palabras, hermanas de voz, grito y eco, que son tan antiguas como el hombre, aparecieron para hacer frente a la soledad. A la soledad de la noche que acentúa con su negrura en la desértica vastedad que nos rodea. A la soledad que el cómplice produce por su ausencia. Por la ausencia. Palabras que luchan por llenar esa ausencia, por… sosegar el alma turbada. A fin de cuentas, cuando cae el día y brota la noche surgiendo de sus tallos tinieblas, blandimos palabras contra lo desconocido, contra nuestros monstruos interiores que no son más que imágenes nuestras disfrazadas y en terribles contextos. Y es con palabras con que procuramos conjurar hechizos vulgares para exorcizar nuestros peores pensamientos, creyendo firmemente que transcribiéndolos, exteriorizándolos: los destruiremos. Resulta curioso cómo tan sólo somos capaces de soltar las palabras adecuadas cuando ya no es adecuado, vigorizando aún más a los demonios que se alimentan de nuestras congojas y temores, arrojando las palabras, aún más, hacia el abismo de nuestra realidad.

13 de febrero de 2008

9 de febrero de 2008

¡Ay! Palomita te vas...


¿A donde irás? ¿A donde irás?