10 de noviembre de 2007

Hermano oso


El poblado de Dalion era un lugar próspero, rico en agricultura y ganadería. Los jóvenes que nacían en aquellas tierras eran bendecidos por la madre tierra y fue cuna de lo mayores héroes que jamás existieron entre la raza de los hombres. Hubiese sido el lugar más venturoso de todos si no fuere por la sombra que el valle ejercía sobre Dalion.

Después de la primera luna llena de la floración, el valle se sumergía en una marea parda que zozobraba la sosegada paz de Dalion. Los osos despertaban de su hibernación y el hambre les atraía hasta la fructífera pesca del poblado. Los asedios eran constantes y Dalion para mantener sus necesidades alimenticias puso al frente de su defensa a su generación más joven…

– Vamos Danock. O vas a perder la oportunidad otra vez – gritó un muchacho asomando la cabeza por entre las telas de la tienda.

Danock cogió su arco y su lanza y salió poseído de la tienda. Atravesó el poblado guiado por el sonido de la alarma. Frente a él y tras él, más niños y adolescentes le acompañaban, unos sólo con lanzas otros tan sólo con los arcos y sus flechas. Danock llevaba consigo ambos, y el cuchillo que todos siempre cargaban. Siguió corriendo hasta que ya no pudo más, allí vio al oso más grande que jamás había visto. El rugido le estremeció y se quedó quieto viendo cómo sus hermanos se enfrentaban a él. Entre los gritos y rugidos, se oía cómo le llamaban para que ayudara a abatir a la fiera. Pero se quedó inmóvil. Diez minutos después el oso cayó rendido y el pueblo volvió a la paz.
Danock era el único joven de toda la aldea que no había dado muerte nunca a ningún oso, era un joven intrépido y aguerrido pero jamás fue capaz de abatir a ningún oso.

Los adultos, cuando se enteraban del asedio, hacían una celebración y despellejaban al animal siendo el anfitrión de la cena su verdugo y la piel del oso.

Una noche de sin luna, las estrellas merodeaban campantes por la bóveda austral. Tan sólo algunos grillos y el croar de la ranas que sólo se silenciaban para acallar a los grillos, rompían la serena noche constelada.
Un temblor en la tierra despertó a todo el poblado haciendo salir a todos de sus tiendas con las antorchas prendidas para encender las hogueras. De repente algo oscuro, cayó del cielo aterrizando y reventando una de las tiendas. El pánico comenzó a propagarse y nadie fue capaz de reaccionar. No paraban de caer cosas hasta que una de éstas cayó próxima a la más anciana del lugar; anunció que era el dios de los osos furibundo por los suyos. El pavor se extendió con más gana.
Danock, adormecido salió de la tienda e inmediatamente se equipó dirigiéndose a una de las patas por la que comenzó a escalar por entre su pelaje. Constantemente recibía sacudidas hasta que trepó por su muslo y alcanzó el lomo. Estaba realmente alto y podía escuchar como su gente gritaba. Tomó su lanza y avanzó rápido hasta el cuello del animal. Torpemente consiguió llegar, pues incesablemente saltaba y se agitaba. Se irguió y tomando la lanza con sus dos manos la clavó en la nuca del coloso. Emitió un ronquido terrible que paralizó al mundo. Alzó su cuerpo sobre sus patas traseras y empezó a caer hacia atrás mientras su cuerpo reducía su tamaño. Danock, rápido y con las pocas fuerzas que le quedaban tuvo esforzarse por llegar a la panza para protegerse. Pocos segundos después el oso se estrelló en el centro del poblado. Todos rodearon polvadera que envolvía al animal, expectantes. Y de entre la nube de tierra apareció Danock cargando al dios oso.
Todos estallaron en alegría y celebraron su supervivencia.

Dalion y Danock desaparecieron con el dios oso siete soles más tarde.

Para Dani, que es como mi hermano oso.
Felicidades por esos 27.
30/10/2007