Corazonada
Era la sexta vez, sólo le quedaba una última oportunidad antes de sucumbir fatídicamente.
La vez de la ventana fue la primera lección. Luego le siguió aquel cruce olvidado y más tarde aquel paseo junto al río en el centro de la ciudad. La del portal y la de la estación de tren junto aquella frontera ahora tan lejana fueron lecciones inesperadas. Pero esta última vez... Ésta última vez fue de valentía y coraje. Todo iba sobre ruedas, no por menos es la del coche. Fue valentía y coraje, por una corazonada. Por aquella sensación que tenía sobre sí mismo y su mismo objeto de deseo. Por esa mezcla de razón y sensación, de corazón y lógica. Un extraño pacto entre razón y corazón. Lamentablemente la intuición no sabe de mecánica, y una vez más fue arrollado con el frenesí y la fría cinética de los corazones locos.
La sexta vez, y sólo le queda una última oportunidad.
Y sin temor vuelve a recorrer sus callejones, sus paseos, avenidas, tejados y azoteas, cafés y restaurantes, techos y capós de coches. Vuelve a recorrer sin miedo en busca de alguien con quien quemar su última bala. Su última oportunidad. Su última corazonada. Porque si intentándolo cae, y por ello muere de infarto o de derrame cerebral, será por mucho la más dulce de sus siete muertes. Porque habría sido vencido en un duelo donde nuestro héroe disparaba con el corazón mientras otros le acribillaban con la razón.
Y sin temor vuelve a recorrer sus callejones, sus paseos, avenidas, tejados y azoteas, cafés y restaurantes, techos y capós de coches. Vuelve a recorrer sin miedo en busca de alguien con quien quemar su última bala. Su última oportunidad. Su última corazonada. Porque si intentándolo cae, y por ello muere de infarto o de derrame cerebral, será por mucho la más dulce de sus siete muertes. Porque habría sido vencido en un duelo donde nuestro héroe disparaba con el corazón mientras otros le acribillaban con la razón.
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