Al dente
“¡Auch!”. La baba se le escurría por su comisura derecha mientras, con una boca sorprendentemente abierta, sus dedos se bañaban en saliva. Merodeaban ávidas, sus falanges, buscando aquello que lo aquejaba frente al espejo.
A Tim se le veía un terrible flemón del cual no parecía tener un origen cierto. Se cansó y escupió el excedente de baba. Tiró la toalla, y tomó la retirada.
Bajo el marco de la puerta del baño un inesperado “¡Auch!”, salió disparado de su boca. Corriendo volvió hacia su reflejo con la boca aún más abierta si cabe. Atónito, escuchaba a sus amigos jugar a la pelota en mitad de la calle medio desecha por el calor. Atónito, no daba crédito a lo que veía. Nada raro. Volvió a urgarse la boca con portentoso ahínco, babeándose nuevamente sus dedos. Volvió a escupir, y acto seguido a apretar los dientes con fuerza. Suspiró desalentado cuando un sorpresivo “¡Auch!”, volvió a surgir de su boca, mas no de él. Sacudido por el quejido y un dolor agudo, abrió la boca. La baba volvía a deslizarse por su comisura. Sus dedos, incrédulos, no le mentían. Sus ojos tampoco. Su muela era más grande que hacía un instante. Sin creerlo, la tocaba para desechar toda ilusión posible. En ese mismo momento volvió a crecer, y un nuevo “¡Auch!” brotó de su boca, más bien de su muela.
Tim, que también emitió un quejido de molestia a la vez, se quedó más boquiabierto todavía. La muela ya era inusualmente grande y volvió a urgarse con detenimiento. Acto que fue truncado por un “¡Eh! ¡Eh!”. Tim, petrificado inmovilizó sus dedos. “¿Te importaría quitar tus sucios dedos de mi esmalte?”, obedeció sin entender lo que sucedía. Aquello era muy raro, su muela le estaba hablando. Súbitamente, el molar volvió a crecer. Con el dedo en forma de gancho se estiró de la comisura para ver qué era lo que estaba pasando ahí dentro.
Dos puntitos negros se distinguían con una discreta sonrisa en su muela. “Hola” gesticuló. La cara de desconcierto de Tim era un cuadro. “He dicho 'Hola', ¿no me entiendes? Estoy muy apretado aquí...”. Tim balbuceó un hola incomprensible.
“Perdonarás que llegue así sin avisar, pero es importante. Soy tu muela. Supongo que de eso ya te habrás percatado”, prosiguió. “Mira, vengo a hacerte una propuesta. Nos espera una larga vida juntos y considero injusto que sólo uno de nosotros pueda ver el mundo con libertad. Es por ello que quería proponerte un trato”. Tim, con la bocaza abierta escuchaba con estupefacción a... su muela. “Con el fin de garantizarte una mandíbula sana para tu vejez, ¿qué te parecería si me dejaras salir a ver el mundo? Yo por mi parte me comprometo a volver cuando te haga falta. Prometo asearme todos los días y hacerme fuerte”. Tim seguía con la boca abierta babeando sin parar y sin apenas pestañear. “Va, ya dime algo que aquí se está muy apretado” Afirmó la muela.
Ya fuera por el miedo o el dolor, Tim, asintió suavemente con la cabeza y un 'ajá'. La muela, incrédula a su respuesta reformuló la pregunta obteniendo la misma respuesta.
Acto seguido, Tim, empezó a gemir de dolor mientras veía con asombro, cómo la muela se iba haciendo cada vez más grande hasta salir disparada de su boca y Tim despedido de nalgas al suelo. Sólo se escuchó un 'Clank' en el lavamanos. Tim se levantó masajeándose la mandíbula y lanzó su mirada a la pila. Ahí estaba con sus dos puntitos negros como ojos y una enorme sonrisa. ”Gracias” le dijo la muela. “Prometo volver cuando llegue el momento. Por favor, cuida bien de mis hermanos y hermanas. Adiós“. Se despidió feliz mientras salía por la ventana para conocer mundo.
Tim, no entendió nada. No hacía más que acariciarse la mandíbula y preguntarse cómo se lo iba a explicar a sus padres.
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