La oscuridad de mí
En algunas noches renace en mí el ser latente, el aletargado. El que hace muchos años fue. El que se fue o que fingió irse para sobrevivir. Es entonces ahora que despierta y desvela mi descanso. Agita mis pensamientos intentando provocar una frenética insurrección sobre mi mundo. Desatar toda su ira por tantos años condenado a custodiar mi oscuridad. Y casi siempre, lo logra. Desgarra mi realidad con violentos argumentos y deseos, con pensamientos reprimidos, dormidos y descartados. Desmembrando con detenimiento y perversión los pilares de mi realidad, labrada con tanto esfuerzo. Se vuelven ceniza en cuestión de minutos... Retuerce lo que soy hasta que consigue extraer mi esencia, lo que realmente soy: ese ser viscoso y negro, putrefacto y ponzoñoso. Retándome a romper el envase que lo contiene. Y casi siempre, casi me convence. Y cuando ya estoy a punto de hacerlo, soy incapaz. Por muy lógica que suene su voz, por mucho que sus sugerencias me seduzcan, en el fondo sé que tanto estando en mis sombras como estando a la luz, con él a mi lado siempre habrá una oscura soledad. Y es ahí cuando suspiro y cierro los ojos, sabiendo que una noche más vencí al terrible. Aunque también sé que algún día puede que no lo logre y la oscuridad vuelva a apoderarse de mi.
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