10 de agosto de 2025

Perdido en mi habitación II

Confesión

Hubo un tiempo, en el que meter mi mano en el pecho y escribir sobre lo que saliera, era normal. Estaba conectado. Una simple arcada, y vomitaba mis vísceras más oscuras, mis relatos más fogosos, y mis sueños más brillantes. La tinta y las palabras sobraban... es más, brotaban a borbotones.

En algún punto, creo, la tinta se secó. O tal vez mi vida se detuvo, se enfrió, dejó de sentir, vivir, compartir... Algo cambió, y las palabras salían marchitas, las emociones desalmadas, pero lo peor era que los relatos nacían muertos. Si a los bebés que fallecían en partos, o al poco que nacían, se les calificaban como “muerte de cuna”, mis relatos se podría decir, que sufrían algo similar a “muerte de pluma” (la de escribir).

A veces, me detengo a pensar qué había cambiado. Y en todas esas veces no tenía la respuesta, porque el problema estaba en lo más sencillo que hacía: PENSABA. En algún punto, de mi historia, guardé en un cajón con llave todas mis emociones y la lancé en algún lugar del Mediterráneo. Y empecé a pensar todo, por un tiempo creo que “sentipensaba”. Con la práctica me entregué con voluntad a la lógica y a la funcionalidad, hasta el punto en el que mi único punto neurálgico, como bien indica, sólo era mi cerebro. Corazón, sensación, sentimiento,... todo se filtraba por mi cabeza; y la única función que tenía: reducir el margen de errores al mínimo. Eso no salió nada bien -spoiler alert-, pero eso es otra historia que embelleceré en algún relato más adelante.

Nada puede salir de la lógica. Nada nace sin emoción, o un mínimo de pasión. Me encantaría decir que he vuelto, que ya regresé de mi viaje del fénix. Pero no lo creo. Lo que sí creo -o mejor dicho para hacerlo más obvio- SIENTO, que estoy recableándome, conectando todo como toca. Y eso me llevará a un nuevo lugar, no queriendo regresar a donde estaba (o de donde vengo) porque ni quiero ni puedo, pero sí a un espacio más propio. No sé si quiero seguir contando historias si no voy a sentirlas, pero sobretodo si no las vas a sentir -si alguna vez lees estas u otras líneas-.

Me llevé a lugares oscuros, me até en las tinieblas y me encarcelé con ideas que no eran mías pero que hice propias. Ahora, que lucho por caminar en la oscuridad hacía una negrura más clara, sé que no puedo volver a escribir como lo hacía. Que no transmitiré el optimismo, alegría e ingenio de aquel entonces. Pero tampoco quiero. Ahora hay otras cosas, ni mejores ni peores, solamente diferentes. Y descubro que donde antes había naturalidad ahora hay experiencia, que donde antes habitaba la esperanza y el deseo ahora hay sabiduría y vivencias,... No sé qué venga en un futuro en las líneas que escriba. Pero si me atreviera a imaginarlo creo que podríais esperar más de lo mismo, pero sin pretensión. Reafirmo, esto lo estás leyendo, pero lo escribí para mí. Como todo lo que escribí en mi vida, y que siempre fue así. Y si en todo este tiempo te gustó, me honras, pero nunca dejé de permitirme que el lector más importante de mi historia, fuera yo.

Creo que, corrijo. Siento que ya estoy listo para compartir nuevas historias. Quizás: Hubo un tiempo,...