Volver a revolver
Se metió el revólver en la boca, encañonando a Dios. Cerró los ojos. Iba a revolver sus sesos, con la esperanza de recobrar la cordura. Iba a volver a ser quién era. El chasquido se llevó el protagonismo. La bala surcó la cavidad craneal, buscando algo que volar. Salió disparada matando a Dios. Sonrió, dejó caer el revolvedor y se echó a reír con la mitad de su cabeza tomando el fresco. Se acababa de dar cuenta que no podía revolver en donde no había nada. Se terminó durmiendo sonriente, sabiendo que hacía mucho que había perdido la cabeza.
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