Era el que era
Era el mayor traidor. Un maldito entre benditos. Un racional emotivo entre emotivos racionales. Un vendido a la causa más noble. Una víctima de la pasión y la razón.
Era todo aquello que los demás querían ser. Sólo le faltaba una pizca de ignorancia y despreocupación. Y tan sólo por eso mismo, su propia libertad era también su maldición.
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