Estamos aquí...
Y a veces creo que es en el vacío donde naufragan nuestros cuerpos desnudos, y que ya nunca alcanzan a tocarse, por muy próximos que estén el uno del otro. Las llamas consumieron el bosque de nuestras sábanas calcinando nuestros miembros, convirtiéndonos en raquíticos árboles dantescos, inertes a cualquier estímulo. Que somos la sombra de una costumbre en un eterno invierno, que sentencia las brasas de una pasión que se niega a extinguirse pero que se muere.
Como ese pez en el vacío. Pidiendo aire. Cuando lo que en realidad necesita, es ahogarse.
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