La vida es una suma de situaciones. Las situaciones son la suma de acciones. Las acciones son la suma de todos los rasgos de la personalidad. Y la personalidad, se moldea con la suma de las repeticiones sobre una misma conducta.
Y él estaba en una espiral desenfrenada de repeticiones con conductas equivocadas.
Así como había aprendido a levantarse inmediatamente cuando se caía. Lo hacía porque así le habían hecho hacerlo desde siempre. Nunca se planteó (quizá por casualidad) no hacerlo igual y tal vez provocar el fin de las caídas. Tenía otras muchas tantas más repeticiones erróneas que gustaba repetirlas con amargo pesar.
Y es que vivía en “Atrapado en el tiempo”, y tenía como copiloto a Phil. Siendo triste el caso que él no era el protagonista de su propia película, era simplemente... el figurante estrella. Un actor secundario en el biopic de su vida. Nunca tomaba las riendas. Nunca le daba un giro dramático a su trama. Tan solo repetía una y otra vez su papel. Solo variaba el rumbo cuando los figurantes secundarios hacían suyos los reflectores cuáles protagonistas usurpadores, obligándole a improvisar con torpe éxito.
Y para él eso estaba bien, nunca había repetido dos veces un pensar diferente. No entendía los beneficios de lo inesperado.
Con el tiempo había aceptado, que aquello que tanto le molestaba también era parte de una repetición, y su carácter también se había hecho a ello.
Aprendía por repeticiones a base de ausencia de dolor.
Todo iba en perfecta armonía repetitiva, hasta que un nuevo figurante entró en escena. Un antagonista. Su antagonista. Su antihéroe, o mejor dicho, el héroe de la trama.
Este figurante era errático, y ya solo por eso a todos les agradaba. Él les liberaba de la rutina diaria a los otros figurantes. Y poco a poco, en pocas repeticiones, fue volviéndose la figura protagonista de su película.
Ya se hablaba de un cambio de guión sin contar con el figurante estrella. Amenazado, se dirigió hacia su antihéroe.
—Tú no tienes ninguna línea aquí, vete.— sentencia nuestro figurante estrella.
El nuevo héroe, le mira. Sonríe y le dice:
—No tengas miedo al cambio. Desde aquí ya me encargo yo, será incómodo al principio pero en cuanto te acostumbres lo agradecerás. Es por nuestro bien. Esta película se cae a pedazos.— Mientras le pone los brazos sobre los hombros y sin ponerle resistencia, lo lleva hacia una esquina y lo sienta apoyándolo contra la pared.
Sin comprender mucho, se acomoda y se termina dejando vencer por el sueño.
La abrir los ojos, nada está como lo había conocido. “¿Cuánto tiempo he dormido?”, se pregunta.
El elenco de su vida ha cambiado. Se levanta y se dirige al baño a aclararse la cara. Con el rostro empapado descubre que su antihéroe le devuelve la mirada reflejada en el espejo, le sonríe y le imita.
Dos pasos hacia atrás sobresaltado lo introducen en escena. Se oye un estruendoso estallido de aplausos mientras que un cañón de luz lo ilumina.
"Hemos hecho algunos cambios, no te asustes". Su antihéroe, le hablaba dentro de él. "No te preocupes, ahora estamos juntos en esto. Sólo déjate llevar, y vive como quieras. Entre los dos nos las arreglaremos".
"Ahora sí, eres la estrella, brilla".