5 de octubre de 2025

Correr [Run] Huir

Tira fuerte de los cordones. Siente cómo se ajusta firmemente su pie y termina anudando la zapatilla. Con un brinco se endereza, y da ligeros rebotes para preparar al cuerpo. Abre la puerta. Inicia el ritual, busca su playlist, -modo aleatorio-, play. En ese mismo momento da comienzo la cuenta regresiva mientras sale del portón; un brinquito más y al pisar el suelo nuevamente con su pierna derecha carga impulso y sale disparado.

Da zancadas suaves, escucha rechinar la suela con su pisada arrastrando el crujido sobre el asfalto y la suciedad del mismo. Salto, respiración, impacto, exhalación, salto… el pie termina dando una ligera sacudida al aire con una casi imperceptible polvareda.

01 Los perros - Arde Bogotá
Hace años que no se ven perros callejeros en la Ciudad de México. Por lo menos, no en el centro de la ciudad y en zonas gentrificadas. Es la misma ciudad, la misma gente rastrera, los mismos puestos callejeros, pero sin los perros.

Soltad a los perros, porque me he escapado
Untad mi colonia en la nariz del galgo
Corred con ganas, que esta noche aguanto
Perseguidme a fondo, quiero hacerlo largo.

Con firmeza, ni distracciones, avanza por las perras calles entre smog, grasa de taquerías y algún que otro olor de dudosa procedencia. Se impulsa hacia adelante. Como si huyera de algo, o de alguien. ¿Por qué corre? Si ni le gusta. Es como si huyera de algo, de alguien. ¿De él?

En ese preciso pensamiento su reloj emite un pitido. Ya lleva un kilómetro, y sigue huyendo como si los perros de su existencia le dieran caza…

02 Mírame - Ultraligera 
El crossfade, pocas veces es tan agradable. El ritmo no decae. Y la respiración tampoco. No hay sudor, sólo impacto y exhalaciones golpeadas. Va hacia el segundo kilómetro en menos de diez minutos.

La carrera se vuelve un slalom de asfalto y cristal según se acerca al centro. Gente distraída, inmersa en fantasmagóricas luces azules. Gente que se voltea espantada, por el acelerado golpe de sus pisadas. Gente que se le une a la carrera, con sus miradas llenas de extrañeza. Gente, toda clase gente: corriente.

Voltea a su izquierda, mientras sigue esquivando seres huecos trajeados carentes de vida, y se encuentra con su reflejo. Se ve bien, tal vez podría mejorar su postura “enderézate” consigue escuchar por encima de todos sus pensamientos. Tan pronto como su reflejo muere, las voces se callan.

Que hoy estoy tan cansado
Me he mirado al espejo y me he visto
Tan guapo y tan demacrado
Y quiero que me mires y digas
Joder, qué cabrón, cómo ha cambiado

Un semáforo en rojo detiene su ritmo. Instintivamente calienta rodillas y tobillos. Reduce su respiración; sobre Paseo de la Reforma hay demasiado smog. Una tartana del ’86 pasa por su lado dejando una estela de humo que se le pega a los pulmones. Luz verde. Arranca. Luz roja.

‎03 Cariño, suéltate el pelo - Dani Fernández
Junto a parejas de muchachos, recién salidos de la secundaria (de horario vespertino). Godínez resignados. Vendedores ambulantes. Turistas gringos. Espera mientras maldice al eterno semáforo que no quiere cambiar. Verde.

Sale despedido dejando atrás a todos en la línea de salida. Esa aceleración le ha costado una gota de sudor. Mira su reloj, no sabe en qué momento va ya hacia los tres kilómetros. Aumenta la velocidad.

¡Cariño, suéltate el pelo!
Y luego ya lo veremos
¡Cariño, suéltate el pelo!
A ver quién llega primero

El tráfico se ha acentuado. Los alrededores de la Alameda Central son un hervidero de artistas callejeros, estatuas vivientes, puestos de esquites (nada apetecibles),… A lo lejos consigue oír, más allá de sus auriculares, una banda de rock con un estridente solo de guitarra eléctrica. Unos metros más, esta se descubre completamente rodeada de gente bailando en mitad de la calle. Ya está acostumbrado, sigue corriendo.

04 Sin pensar - Niños Mutantes
En este punto. Ya no oye nada. Su voz se silenció. La música sigue sonando, pero no se oye. Las pisadas son mudas. La sombra que le persigue ya no le acecha, quedó atrás. Después de dieciocho minutos corriendo y más de tres kilómetros sin apenas descanso ha alcanzado su objetivo. Huir de su mente.

Corre de algo hacia algo. De sí mismo para encontrarse a sí mismo. La única forma en la que logra la meditación activa. Su nuevo objetivo: mantenerla. Mantener su mente vacía, y si lo piensa: perderá. Mejor sigue corriendo.

Y sin pensar
Cómo se mueve el universo
Cómo flota en el espacio
Cómo vamos a toda velocidad
Sin darnos cuenta
Avanzando
Hacia un sitio que nadie conoce

Según avanza por la Alameda, los obstáculos y el ritmo decae. Su ruta es metódica, rítmica y repetitiva. No hay improvisación. La rutina es la clave. La única rutina que puede controlar es la suya, pues la ciudad va a la suya, no hay dos días iguales.

Con respiración pesada se introduce en un pasillo repleto de ambulantes, puestos de comida y gente hacinada, ansiosa, por consumir. Cada bocanada sabe a pambazos, tacos de chorizo, elotes, marquesitas,… Ya no le dejan correr. Centra la mirada en el vacío mientras va esquivando a la gente corriente.

05 Au - Paloma Morphy
Unos metros después, y tras atravesar un show de payasos comediantes callejeros, reanuda su carrera, su huida, su meditación.

El aire le arde al entrar en la garganta. Se siente pesado. En este punto siempre se preguntó si sería por la temperatura, la contaminación o la altitud. Para cuando sale de ese pensamiento, se encuentra corriendo entre skaters.

Cada pedazo de ropa que tengo
Se lo quedaron, yo salí corriendo
Aunque me vean descalza no tengo miedo
Pero me están doliendo
Las piedras en el suelo

Un crío de nueve o diez años se le empareja en la carrera. En ese momento ambos se miran; aceptan el reto. El chico empieza a patear sobre su skate, y atónito ve cómo le comienza a sacar delantera. Asumiendo el coste del esfuerzo que va realizar, acelera. El muchacho sorprendido al verse emparejado, le sigue pateando. Finalmente, nuestro corredor, le gana la carrera. En desaceleración el joven skater le alcanza, se ríe, le dice algo ininteligible por la música en sus oídos, y chocan mano y puño. El chico queda atrás, y su regreso está por delante.

El bip vuelve a hacer presencia junto a una fatiga notable.

06 Rendición - Delaporte
Es ahora el cansancio, quien corre a su lado. Su ritmo se ha visto mermado por la inesperada competición. Pero se lleva el premio, no el de la victoria, sino el de la improvisación que nunca se permite.

Ya no tiene ímpetu porque ya dio esquinazo a su perseguidor tras alguna sombra en la Alameda. Corre, sólo corre. Ya quiere que todo se acabe, pero no se va acabar hasta llegar a la meta. Así que sigue corriendo.

La versión de él que empezó no es la misma ahora, se ha rendido. No ha tirado la toalla, ni se ha dado por vencido. Sólo se ha rendido a la idea del control. Luz roja. Se rinde. El pecho le arde, ha de parar. Se rinde.

Una rendición, una caricia, un olor
Un beso en la frente que retuerza mi interior
Se deshace el odio, la lucha y el desamor
Solo quiero ver cómo suena aquí mi voz

Se rinde constantemente, para volver a empezar. Ha entendido porqué huye. Huye para poder entregarse. Entregarse a su versión más pura y original. Y no es hasta que vuelve a estar atrapado que reinicia su carrera.

Tras más de cinco kilómetros, deja de correr, sólo camina. Recupera el aliento. Cruza varias avenidas. Devora con el olfato otros tantos puestos de comida callejera. Saca las llaves, abre tres puertas. La vibración del móvil le recuerda que se le acabó el permiso. Mañana planeará otra huída, que seguramente no logrará realizar.

10 de agosto de 2025

Perdido en mi habitación II

Confesión

Hubo un tiempo, en el que meter mi mano en el pecho y escribir sobre lo que saliera, era normal. Estaba conectado. Una simple arcada, y vomitaba mis vísceras más oscuras, mis relatos más fogosos, y mis sueños más brillantes. La tinta y las palabras sobraban... es más, brotaban a borbotones.

En algún punto, creo, la tinta se secó. O tal vez mi vida se detuvo, se enfrió, dejó de sentir, vivir, compartir... Algo cambió, y las palabras salían marchitas, las emociones desalmadas, pero lo peor era que los relatos nacían muertos. Si a los bebés que fallecían en partos, o al poco que nacían, se les calificaban como “muerte de cuna”, mis relatos se podría decir, que sufrían algo similar a “muerte de pluma” (la de escribir).

A veces, me detengo a pensar qué había cambiado. Y en todas esas veces no tenía la respuesta, porque el problema estaba en lo más sencillo que hacía: PENSABA. En algún punto, de mi historia, guardé en un cajón con llave todas mis emociones y la lancé en algún lugar del Mediterráneo. Y empecé a pensar todo, por un tiempo creo que “sentipensaba”. Con la práctica me entregué con voluntad a la lógica y a la funcionalidad, hasta el punto en el que mi único punto neurálgico, como bien indica, sólo era mi cerebro. Corazón, sensación, sentimiento,... todo se filtraba por mi cabeza; y la única función que tenía: reducir el margen de errores al mínimo. Eso no salió nada bien -spoiler alert-, pero eso es otra historia que embelleceré en algún relato más adelante.

Nada puede salir de la lógica. Nada nace sin emoción, o un mínimo de pasión. Me encantaría decir que he vuelto, que ya regresé de mi viaje del fénix. Pero no lo creo. Lo que sí creo -o mejor dicho para hacerlo más obvio- SIENTO, que estoy recableándome, conectando todo como toca. Y eso me llevará a un nuevo lugar, no queriendo regresar a donde estaba (o de donde vengo) porque ni quiero ni puedo, pero sí a un espacio más propio. No sé si quiero seguir contando historias si no voy a sentirlas, pero sobretodo si no las vas a sentir -si alguna vez lees estas u otras líneas-.

Me llevé a lugares oscuros, me até en las tinieblas y me encarcelé con ideas que no eran mías pero que hice propias. Ahora, que lucho por caminar en la oscuridad hacía una negrura más clara, sé que no puedo volver a escribir como lo hacía. Que no transmitiré el optimismo, alegría e ingenio de aquel entonces. Pero tampoco quiero. Ahora hay otras cosas, ni mejores ni peores, solamente diferentes. Y descubro que donde antes había naturalidad ahora hay experiencia, que donde antes habitaba la esperanza y el deseo ahora hay sabiduría y vivencias,... No sé qué venga en un futuro en las líneas que escriba. Pero si me atreviera a imaginarlo creo que podríais esperar más de lo mismo, pero sin pretensión. Reafirmo, esto lo estás leyendo, pero lo escribí para mí. Como todo lo que escribí en mi vida, y que siempre fue así. Y si en todo este tiempo te gustó, me honras, pero nunca dejé de permitirme que el lector más importante de mi historia, fuera yo.

Creo que, corrijo. Siento que ya estoy listo para compartir nuevas historias. Quizás: Hubo un tiempo,...

7 de abril de 2025

La Bohème


Je vous parle d’un temps
Que les moins de vingt ans
Ne peuvent pas connaître
Montmartre en ce temps-là
Accrochait ses lilas
Jusque sous nos fenêtres
Et si l’humble garni
Qui nous servait de nid
Ne payait pas de mine
C’est là qu’on s’est connu
Moi qui criais famine
Et toi qui posais nue

La bohème, la bohème
Ça voulait dire
On est heureux
La bohème, la bohème
Nous ne mangions
Qu’un jour sur deux

Dans les cafés voisins
Nous étions quelques-uns
Qui attendions la gloire
Et bien que miséreux
Avec le ventre creux
Nous ne cessions d’y croire
Et quand quelques bistrots
Contre un bon repas chaud
Nous prenaient une toile
Nous récitions des vers
Groupés autour du poêle
En oubliant l’hiver

La bohème, la bohème
Ça voulait dire
Tu es jolie
La bohème, la bohème
Et nous avions
Tous du génie

Souvent il m’arrivait
Devant mon chevalet
De passer des nuits blanches
Retouchant le dessin
De la ligne d’un sein
Du galbe d’une hanche
Et ce n’est qu’au matin
Qu’on s’asseyait enfin
Devant un café-crème
Épuisés mais ravis
Fallait-il que l’on s’aime
Et qu’on aime la vie

La bohème, la bohème
Ça voulait dire
On a vingt ans
La bohème, la bohème
Et nous vivions
De l’air du temps

Quand au hasard des jours
Je m’en vais faire un tour
À mon ancienne adresse
Je ne reconnais plus
Ni les murs ni les rues
Qui ont vu ma jeunesse
En haut d’un escalier
Je cherche l’atelier
Dont plus rien ne subsiste
Dans son nouveau décor
Montmartre semble triste
Et les lilas sont morts

La bohème, la bohème
On était jeunes
On était fous
La bohème, la bohème
Ça ne veut plus rien dire du tout

20 de enero de 2025

El dilema de la Sardina, el Sapo y la Anguila

—Con permiso. Tengo que pasar. ¿Me permites?

Nada, por mucho que insistía no había manera, no podía avanzar. Pero Marcos no desistía y volvía.

—A ver, por favor, tengo que pasar. ¿Me permites?
—¿Te permites?

Le respondió una voz desde atrás. Marcos se volteó, o más bien torció toda su cabeza lo más que pudo. Ahí estaba un señor bajito con ojos saltones y papada de sapo, mirándolo a través de sus anteojos muy fijamente. Ambos ensardinados en el transporte público.

—¿Cómo que si me permito?
—Sí claro. ¿Te permites?

Totalmente extrañado, el rostro de Marcos hablaba por sí sólo, pero aún así verbalizó.
—No entiendo su pregunta.
—Es muy sencilla —Le respondió el hombre sapo—. ¿Cómo puedes pedir permiso para avanzar si tú no te permites avanzar? No se puede esperar que tu movimiento esté condicionado por la voluntad de los otros— Le respondió con una serenidad pasmosa.
—Pero vamos a ver, tengo que avanzar, pero tampoco se trata de ir empujando a los demás para moverme.
Marcos sin saber cómo se había metido en una conversación con público expectante por escuchar las réplicas.

—Pero si te quedas quieto para no molestar nadie, nunca lograrás moverte. Y el problema es que si tú no te mueves yo tampoco avanzaré. Porque yo haré lo posible por avanzar y muy seguramente, mi movimiento te incomodará. Sin embargo, la molestia es tuya por la falta de acción. ¿Entiendes?

Punto para el hombre sapo. El silencio entorno a ellos era sepulcral. Y es que no hay nada como una buena conversación ajena para tener un trayecto ameno.

—Tiene razón, chico. No siempre el mundo va a funcionar con una simple indicación, a veces hay que acompañarla con algún gesto o acción.

Masculló un tipo alto y escuálido, con facciones largas, mientras miraba a Marcos a través de sus lentes casi en la punta de la nariz para recibir la ayuda de enfocar al muchacho. Y que se encontraba frente a chico.

—Pero a ver, no puedo ir tampoco empujando o pisando al de delante sólo para conseguir mi objetivo de avanzar —dijo Marcos.
—No, pero sí. Todo depende, chico. Al final no se trata del objetivo, si no de la forma. Siempre alguien se va a molestar por el movimiento que decidas hacer, no puedes esperar a que tus acciones reciban luz verde para poder ejecutarlas —la calma del hombre anguila era si bien tranquila muy abrumadora.
—Tiene razón, chico —afirmó el hombre sapo. Tú muévete, y si a alguien le molesta pues le pides perdón. No a todos les va a parecer, pero seguramente es porque ellos tampoco se bajan a la misma estación. ¿Entiendes?
—Es tan sencillo como poner una mano ligera y amablemente sobre la espalda de quien está frente a ti y cuando tengas su atención, hacerle saber tu necesidad. Puede haber molestia, pero también comprensión. Y si no, pues nada: lo apartas —dijo sonriente el hombre anguila. Porque tampoco te vas a detener por el capricho de otros —sentenció.
—Ya veo. ¿Entonces a usted no le importaría dejarme pasar? —preguntó intrigado Marcos.
—A ver chico. Yo no tengo ningún problema en dejarte pasar. Desde aquí arriba no te escucho nada, cosas de la edad. Con gusto te dejaba pasar... —le dijo sonriendo mientras su gafas se adherían mágicamente a la punta de su nariz. Pero bueno, una cosa te voy a decir chico, aquí nos bajamos todos, jajaja —soltó una inocente y breve carcajada.

En ese momento las puertas del transporte público acompañadas de su característico sonido, se abrieron. Y todos, con pasitos de pingüinos, dejaron de ser sardinas para volver a ser personas movidas por alguna acción o deseo. También Marcos, el chico sardina, logro salir y sus pasos se tornaron aunque fuera por un momento, más firmes.

A lo lejos, el hombre sapo y el hombre anguila se despidieron con una silenciosa sonrisa.

1 de enero de 2025

Starter Pack 2025


Un año más vuelvo con mi felicitación regular, tal vez en esta ocasión más personal que nunca… Vengo con retraso porque he andado ahogado en trabajo, enfermedad y cosas varias. Y que además me compliqué extra este año.
Hacer mi Starter Pack para el 2025, a modo de intención por mes y cual vision board tiene su qué, para qué nos vamos a engañar.

Si no has recibido mi tradicional email te dejo aquí la felicitación.
Y espero que tu 2025 esté repleto de intenciones.