Correr [Run] Huir
Tira fuerte de los cordones. Siente cómo se ajusta firmemente su pie y termina anudando la zapatilla. Con un brinco se endereza, y da ligeros rebotes para preparar al cuerpo. Abre la puerta. Inicia el ritual, busca su playlist, -modo aleatorio-, play. En ese mismo momento da comienzo la cuenta regresiva mientras sale del portón; un brinquito más y al pisar el suelo nuevamente con su pierna derecha carga impulso y sale disparado.
Da zancadas suaves, escucha rechinar la suela con su pisada arrastrando el crujido sobre el asfalto y la suciedad del mismo. Salto, respiración, impacto, exhalación, salto… el pie termina dando una ligera sacudida al aire con una casi imperceptible polvareda.
01 Los perros - Arde Bogotá
Hace años que no se ven perros callejeros en la Ciudad de México. Por lo menos, no en el centro de la ciudad y en zonas gentrificadas. Es la misma ciudad, la misma gente rastrera, los mismos puestos callejeros, pero sin los perros.
Soltad a los perros, porque me he escapado
Untad mi colonia en la nariz del galgo
Corred con ganas, que esta noche aguanto
Perseguidme a fondo, quiero hacerlo largo.
Con firmeza, ni distracciones, avanza por las perras calles entre smog, grasa de taquerías y algún que otro olor de dudosa procedencia. Se impulsa hacia adelante. Como si huyera de algo, o de alguien. ¿Por qué corre? Si ni le gusta. Es como si huyera de algo, de alguien. ¿De él?
En ese preciso pensamiento su reloj emite un pitido. Ya lleva un kilómetro, y sigue huyendo como si los perros de su existencia le dieran caza…
02 Mírame - Ultraligera
El crossfade, pocas veces es tan agradable. El ritmo no decae. Y la respiración tampoco. No hay sudor, sólo impacto y exhalaciones golpeadas. Va hacia el segundo kilómetro en menos de diez minutos.
La carrera se vuelve un slalom de asfalto y cristal según se acerca al centro. Gente distraída, inmersa en fantasmagóricas luces azules. Gente que se voltea espantada, por el acelerado golpe de sus pisadas. Gente que se le une a la carrera, con sus miradas llenas de extrañeza. Gente, toda clase gente: corriente.
Voltea a su izquierda, mientras sigue esquivando seres huecos trajeados carentes de vida, y se encuentra con su reflejo. Se ve bien, tal vez podría mejorar su postura “enderézate” consigue escuchar por encima de todos sus pensamientos. Tan pronto como su reflejo muere, las voces se callan.
Que hoy estoy tan cansado
Me he mirado al espejo y me he visto
Tan guapo y tan demacrado
Y quiero que me mires y digas
Joder, qué cabrón, cómo ha cambiado
Un semáforo en rojo detiene su ritmo. Instintivamente calienta rodillas y tobillos. Reduce su respiración; sobre Paseo de la Reforma hay demasiado smog. Una tartana del ’86 pasa por su lado dejando una estela de humo que se le pega a los pulmones. Luz verde. Arranca. Luz roja.
03 Cariño, suéltate el pelo - Dani Fernández
Junto a parejas de muchachos, recién salidos de la secundaria (de horario vespertino). Godínez resignados. Vendedores ambulantes. Turistas gringos. Espera mientras maldice al eterno semáforo que no quiere cambiar. Verde.
Sale despedido dejando atrás a todos en la línea de salida. Esa aceleración le ha costado una gota de sudor. Mira su reloj, no sabe en qué momento va ya hacia los tres kilómetros. Aumenta la velocidad.
¡Cariño, suéltate el pelo!
Y luego ya lo veremos
¡Cariño, suéltate el pelo!
A ver quién llega primero
El tráfico se ha acentuado. Los alrededores de la Alameda Central son un hervidero de artistas callejeros, estatuas vivientes, puestos de esquites (nada apetecibles),… A lo lejos consigue oír, más allá de sus auriculares, una banda de rock con un estridente solo de guitarra eléctrica. Unos metros más, esta se descubre completamente rodeada de gente bailando en mitad de la calle. Ya está acostumbrado, sigue corriendo.
04 Sin pensar - Niños Mutantes
En este punto. Ya no oye nada. Su voz se silenció. La música sigue sonando, pero no se oye. Las pisadas son mudas. La sombra que le persigue ya no le acecha, quedó atrás. Después de dieciocho minutos corriendo y más de tres kilómetros sin apenas descanso ha alcanzado su objetivo. Huir de su mente.
Corre de algo hacia algo. De sí mismo para encontrarse a sí mismo. La única forma en la que logra la meditación activa. Su nuevo objetivo: mantenerla. Mantener su mente vacía, y si lo piensa: perderá. Mejor sigue corriendo.
Y sin pensar
Cómo se mueve el universo
Cómo flota en el espacio
Cómo vamos a toda velocidad
Sin darnos cuenta
Avanzando
Hacia un sitio que nadie conoce
Según avanza por la Alameda, los obstáculos y el ritmo decae. Su ruta es metódica, rítmica y repetitiva. No hay improvisación. La rutina es la clave. La única rutina que puede controlar es la suya, pues la ciudad va a la suya, no hay dos días iguales.
Con respiración pesada se introduce en un pasillo repleto de ambulantes, puestos de comida y gente hacinada, ansiosa, por consumir. Cada bocanada sabe a pambazos, tacos de chorizo, elotes, marquesitas,… Ya no le dejan correr. Centra la mirada en el vacío mientras va esquivando a la gente corriente.
05 Au - Paloma Morphy
Unos metros después, y tras atravesar un show de payasos comediantes callejeros, reanuda su carrera, su huida, su meditación.
El aire le arde al entrar en la garganta. Se siente pesado. En este punto siempre se preguntó si sería por la temperatura, la contaminación o la altitud. Para cuando sale de ese pensamiento, se encuentra corriendo entre skaters.
Cada pedazo de ropa que tengo
Se lo quedaron, yo salí corriendo
Aunque me vean descalza no tengo miedo
Pero me están doliendo
Las piedras en el suelo
Un crío de nueve o diez años se le empareja en la carrera. En ese momento ambos se miran; aceptan el reto. El chico empieza a patear sobre su skate, y atónito ve cómo le comienza a sacar delantera. Asumiendo el coste del esfuerzo que va realizar, acelera. El muchacho sorprendido al verse emparejado, le sigue pateando. Finalmente, nuestro corredor, le gana la carrera. En desaceleración el joven skater le alcanza, se ríe, le dice algo ininteligible por la música en sus oídos, y chocan mano y puño. El chico queda atrás, y su regreso está por delante.
El bip vuelve a hacer presencia junto a una fatiga notable.
06 Rendición - Delaporte
Es ahora el cansancio, quien corre a su lado. Su ritmo se ha visto mermado por la inesperada competición. Pero se lleva el premio, no el de la victoria, sino el de la improvisación que nunca se permite.
Ya no tiene ímpetu porque ya dio esquinazo a su perseguidor tras alguna sombra en la Alameda. Corre, sólo corre. Ya quiere que todo se acabe, pero no se va acabar hasta llegar a la meta. Así que sigue corriendo.
La versión de él que empezó no es la misma ahora, se ha rendido. No ha tirado la toalla, ni se ha dado por vencido. Sólo se ha rendido a la idea del control. Luz roja. Se rinde. El pecho le arde, ha de parar. Se rinde.
Una rendición, una caricia, un olor
Un beso en la frente que retuerza mi interior
Se deshace el odio, la lucha y el desamor
Solo quiero ver cómo suena aquí mi voz
Se rinde constantemente, para volver a empezar. Ha entendido porqué huye. Huye para poder entregarse. Entregarse a su versión más pura y original. Y no es hasta que vuelve a estar atrapado que reinicia su carrera.
Tras más de cinco kilómetros, deja de correr, sólo camina. Recupera el aliento. Cruza varias avenidas. Devora con el olfato otros tantos puestos de comida callejera. Saca las llaves, abre tres puertas. La vibración del móvil le recuerda que se le acabó el permiso. Mañana planeará otra huída, que seguramente no logrará realizar.
No hay comentarios :
Publicar un comentario