Textos olvidados II (no publicados)
marionetas
“Sólo al filo de la muerte, en otro carnaval, el hombre había de desvelar el enigma propuesto por el viejo titiritero aquella noche de copas y confidencias en la única taberna del lugar”.
Le arrebata la hoja a Underwood, la hace una pelota y la tira a la papelera. Canasta.
“El enigma. En la taberna. Aquella noche. Aquel titiritero. Otro carnaval. Las confidencias. Las copas. Y todo en un mismo momento. Incluso la muerte”.
Se levanta y le vuelve arrancar la hoja. Repite la acción, pero esta vez se pone a caminar.
Ochenta vueltas al salón en cuarenta y siete minutos. Ojea su tiempo de pulsera. Las once treinta y ocho. Enciende un cigarro. Profundo. Coge la gabardina. Apaga el candil.
Se topa con sombras inertes. Luego con sombras vivas; putas y camellos. Humos brotan de las rendijas de las calles. Dos cuadras más abajo se introduce en un irlandés.
Se enciende otro cigarro. Una tos neumónica le llama la atención. La sombra se esconde de la luz.
Se acerca. Y con tremenda naturalidad comienzan a platicar. Hablan de la vida, de su filosofía, de todo de lo que con un desconocido se atreve a hablar, por lo que es.
Con las manecillas colindando a un cuarto en el cuadrante positivo, la sombra enfermiza le reveló un secreto, el secreto de la vida disfrazado de enigma. Perplejo, surgieron ahogadas respiraciones. Sus propias palabras le asfixiaron. Su cabeza se encontró con la mesa con un golpe seco.
Me levanté discreto, y salí desapercibidamente, tenía que escribir un relato al respecto. Conocía el enigma y conocía el secreto. Llegué a casa. Prendí el candil. Me senté frente a mi teclado mecánico, y empecé a pensar. Veinte horas y media después fui capaz de empezar.
“Sólo al filo de la muerte, en otro carnaval, el hombre había de desvelar el enigma propuesto por el viejo titiritero aquella noche de copas y confidencias en la única taberna del lugar”.
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