9 de abril de 2007

melodías

Ta tata tararará tatá…

Mientras, cierra los ojos.

El viejo gramófono en un rincón de la salita, escondido por la vergüenza de actuar en público, se esconde. Su timidez no apacigua sus sentimientos de inundar los corazones de la gente con sus melodías. Suaves, dulces, evanescentes. Duras, rígidas, quebradas. Algunas veces rotas, otras, mimosas. Su do de pecho es ya viejo y no puede impedir hacer brotar su carácter añejo, sabio y sencillo. En el aire se puede respirar el olor de otras épocas, de otras ideas, de otros sentimientos. Y evocan a recordar otras edades que otros no han vivido. Huele a madera y la salita con la luz de la media tarde es un centro de paz y armonía, un equilibrio dentro del caos.

Abre los ojos suavemente y los vuelve a cerrar.

A él no le importa no parar de tocar canciones y ritmos. Es más, se siente feliz, se siente útil. Aunque sabe que eso no será para siempre. Ahora es feliz. La luz que discretamente le otorga más protagonismo hace más acogedora la estancia, ya no le da vergüenza, una vez ha empezado no le importa continuar. A veces su tono de voz resulta un poco quebradiza, recuerda su edad pero no es una molestia.

Tumtum tum turururuu…

Vuelve abrir los ojos para clavarlos en el viejo tocadiscos. Éste le devuelve la mirada en forma de melodías, le dibuja castillos en el aire, parques verdes con niños y tirachinas, mujeres exóticas de países que jamás pudo visitar, galaxias donde las estrellas nadan con los océanos y soles jugando al escondite, le enseña los mundos de las hadas en que creía de pequeño y en los animales con plumas de mil colores que morían cada vez que los mirabas y reaparecían cuando volvías a despertar cada mañana. Le regaló sus sueños, por que él sin saberlo le había regalado los suyos.

El anciano le sonrió. Y Berliner también.

La melodía continuó hasta llegar a la última nota. En ese momento el bracito que le chivaba las notas se rompió. Él continuó con los ojos cerrados y las manos reposadas. El silencio sólo se rompió por el cíclico y callado girar del disco.

1 comentario :

  1. Me gusta muchísimo la frase "Le regaló sus sueños, por que él sin saberlo le había regalado los suyos"

    Un texto muy tierno

    :)

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