Tributo a la ciudad I
Alzar la vista y respirar. Los edificios se saludan a cada determinada hora del día. Así todos y de forma cortés se ofrecen los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches; mediante palomas mensajeras, hojas impulsadas por susurros y reflejos que atraviesan la ciudad. Los bronquios de asfalto gris curtidos por la vida, por el tiempo, por los sucesos. Espacios en blanco en los que brotan las ideas, el ingenio y en donde inesperadamente nace la esperanza del extranjero.
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