31 de diciembre de 2009
24 de diciembre de 2009
19 de diciembre de 2009
11 de noviembre de 2009
Pensamientos en las Madrugadas IV
P. ¿Qué rompe la fantasía del perfecto sueño?
R. La cruda realidad imperfecta...
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27 de octubre de 2009
La sal de la tierra
Bueno, la ilustración de arriba es para un ciclo de cine, Mujeres Insumisas, que se da cada año en el DF y es de contenido de género. La ilustración hace referencia a la película "La sal de la tierra" de 1954. Altamente revolucionaria en su guión; y cuya proyección se encontró con muchas trabas, creo que fueron solo ocho salas las únicas que proyectaron la película en todo EEUU, por aquel entonces.
Para que sepáis un poquito el sentido de la imagen y la película es que, un tema constante, en el filme esla igualdad de géneros que se sucede a raíz de una situación social dentro de la marginación (impuesta) y resulta ser una constante que se vuelve en un momento dado hilo conductor y en el que acaba ocurriendo un intercambio en los papeles sexuales de la sociedad, preestablecida, ojo que hablamos de 1954...
En fin, una película interesante para ver, no es la bomba, pero sí que es interesante.
Cuando tenga las invitaciones impresas y con el diseño aplicado, lo subo.
*No pongo el link de la imagen del Flickr porque el tamañño que me da, o se me sale de la plantilla o se ve muy pequeño... pero ya todos saben cómo llegar.
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19 de octubre de 2009
Bichoja
Bichoja, era el único que no había cambiado su vestuario de temporada, que seguía prefiriendo el atuendo de primavera que al de otoño, había intentado pasarse a verano pero sus tonos amarillentos y anaranjados le ruborizaban, por lo que se quedó con la moda de la verde primavera. Así todas y todos sus vecinos se preparaban para la temporada viniente, mientras que él en sus trece se les quedaba mirando pasmado e incrédulo como se cambiaban de ropa. Cuando llegó lo marrón, vio como tomaban sus humildes cosas y se lanzaron al vacío con sus mejores galas a presumir por doquier sus atuendos.
Nunca había notado tanto el frío como cuando todos y todas abandonaron la rama. Quizás fue la soledad del árbol o el frío de la propia rama deshabitada, pero llegó el día en el que Bichoja se precipitó al azar. Primero planeó cayendo en tirabuzón y poco después con suavidad extendiendo sus piernas y brazos hasta tocar con su barriga el suelo. Sorprendido sintió calor en su vientre. Apoyó su mejilla restregándola suavemente, y cerrando los ojos... Se durmió.
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7 de octubre de 2009
Arròs covat
Hoy Mr. Dancubus me pasó un enlace para descubrir una serie hecha por Juanjo Sáez, Arròs covat. Genial mires por donde la mires. Ya había oído hablar de ella, pero con eso de vivir tan lejos de todo..., pues como que no le puse el interés que le debí darle.
Lo siento por aquellos que no hablan catalán, porque no tiene desperdicio. Para los que sí, disfruten y vean.
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2 de octubre de 2009
La araña
Recorriendo su tela
esta luna clarísima
tiene a la araña en vela.
José Juan Tablada
Ilustración producida en el curso de ilustración al que estoy asistiendo.
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26 de septiembre de 2009
22 de septiembre de 2009
EL sueño de las legañas
Y es cuando despiertan los párpados que se realizan los sueños de las legañas, que sin saber, les narramos susurrándoles con los párpados...
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17 de septiembre de 2009
El orugón volador
Orugón se puso patas a la obra y a producir seda. Lamentablemente para Orugón que llevaba tanto tiempo sin trabajar como oruga que al volver a hacerlo su seda salió disparada por toda la sala, golpeando a toda la planta y tirando todo que se le puso por delante, con la intención de controlar la situación y evitar así más daños apuntó hacia arriba, cayéndole encima toda su seda acumulada durante meses. Todos inmutados, observaron cómo de la seda caída sobre Orugón le empezaban a nacer alas. Cuando Orugón vio el desastre que había ocasionado y viendo que no alcanzaría a la producción demandada, desplegó sus alas y alzó el vuelo dejando a la planta plantada.
Ilustración nacida en el curso de ilustración infantil al que estoy yendo.
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7 de septiembre de 2009
Todo está como debe; 2+6=8
Bueno, estas palabras son sólo para dar las gracias a todos y todas, hermanas, familia, amigas (la mayoría manda), amigos, personas especiales que abundan a mi alrededor y mis almas gemelas que andan en las otras partes del mundo por ser igual de parecidos, a pseudo-hermanos y pseudo-hermanas... por estar o no ahí cuando hacen falta y si no por lo menos para reírnos cuando hace o no hace falta. Mis veintiséis sois vosotros, gracias ;-)
¡Gracias! No me cansaré de dártelas, jajaja.
Tan genial como siempre, sigue así.
Y para cerrar el episodio egocéntrico del día que además nadie me lo puede negar hoy...
Según el calendario de poemas de M. Benedetti correspondiente al respectivo día de hoy, siete de septiembre del dos mil nueve, es el siguiente:
Las caricias de los sueños
que son prodigio y encanto
adolecen de un defecto
no tienen tacto.
Que tengan un bonito día.
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25 de agosto de 2009
23 de agosto de 2009
Personas I: Pedro
Yo anduve cabizbajo pensando en la de personas que me iba a encontrar en mis viajes, y en cómo me influenciarían. Luego una sonrisa se me dibujó en el rostro porque pensé que había hecho algo que no debía si hubiese sido sensato, pero nadie contó con que dejé la sensatez en una caja antes de partir.
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21 de agosto de 2009
Como gotas de agua
Mírate y mírame. Somos como dos gotas de agua...
Completamente diferentes.
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14 de agosto de 2009
Sobre los sueños
El hombre necesita sueños para seguir soñando; para seguir viviendo.
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8 de agosto de 2009
3 de agosto de 2009
Y a veces pienso...
El amor es la heroína de la curiosa soledad.
amor.
1. m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
3. m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
4. m. Tendencia a la unión sexual.
heroína2.
1. f. Droga adictiva obtenida de la morfina, en forma de polvo blanco y amargo, con propiedades sedantes y narcóticas.
soledad.
1. f. Carencia voluntaria o involuntaria de compañía.
2. f. Lugar desierto, o tierra no habitada.
3. f. Pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo.
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21 de julio de 2009
18 de julio de 2009
Carlos Cros + Sidonie + Sidonie/Carlos Cros
Poco más puedo decir.
En pocas palabras:
Buen concierto (gratis), increíble Cros, auténticos Sidonie y, simplemente, genuinas ambas partes juntas.
La única pega, mucho catalán fresa suelto, es lo que tiene Menorca en verano...
La puesta en escena es pecualiar, pero no decepcionan.
Mucho polvo de estrellas había en el ambiente.
Cros dándolo todo, qué grande.
Varanasi, Sidonie goes to Varanassi...
Actuación inédita de una de las canciones del nuevo disco, La Sombra.
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11 de julio de 2009
8 de julio de 2009
familia.
(Del lat. familĭa).
Derivada del Hosco famulus, sirviente, que deriva de famel, esclavo.
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4 de julio de 2009
La ciudad salada
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29 de junio de 2009
1 de junio de 2009
Pequeña chica azul
Espero haber cubierto las espectativas.
Y como es mi correspondencia, ahora me toca nominar.
Y los nominados son...
A mi buen colega Dancubus y su blog diseñil.
A Imeta, y... (joder, tienes un montón de blogs pero creo que elijo el adecuado) su blog de palabras sueltas.
Y a mi amiga la Moluscosa, que últimamente postea poco.
Espero vuestras participaciones.
Cuidaos mucho y suerte con el reto.
"Pequeña chica azul"
Los pequeños focos de la barra iluminaban de forma cálida las oscuras vetas. Cada foco era la burbuja particular de cada uno de los que estaban apoyados en el suelo de su realidad. La lluvia caía afuera con sádica violencia. Era azul. La lluvia era azul. La lluvia era azul hasta que la luz fluctuó y el neón de la entrada se apagó. Un estruendo hizo vibrar los cristales y tras el centellear de un rayo caído, la vida perceptible fue asesinada. Nadie se inmutó. El tipo del piano seguía tocando notas pausadas, melancólicas. El humo que reinaba era el traidor de los revisores, del cine estroboscópico en el que se había convertido el bar, que con sus cigarrillos iracundos se iluminaban el cansado rostro.
El pianista empezó a cantar un blues, que más que cantar era un susurro lo suficientemente alto como para tenernos atrapados con frases simples…
“…
¿Por qué alguien no enviaría a un tierno chico azul?
Para animarte pequeña chica azul…”
Debía de ser un tipo azul, un tipo que jamás debió encontrar a una pequeña chica azul. Un tipo que me hizo pensar que todos los del bar estábamos igual. Un relámpago me hizo familiarizarme, cada vez más, con todos los desgraciados que me rodeaban. El whisky, de garrafa, se había vuelto a acabar en mi copa. Me la rellenaron. Di media vuelta en el taburete giratorio y encendí otro cigarrillo, quedaban pocos. La luz volvió por unos segundos y volvió a morir. En ese lapso de tiempo el pianista ni se enteró, pues tocaba con los ojos cerrados mirando hacia arriba, quizá mirando a su pequeña chica azul. Volteé a mirar a los otros desgraciados. Cabizbajos, perdidos en sus viajes o en un único viaje. Quizá pensando en pagar por sexo esa noche, como las anteriores, para olvidarse aunque sea por una hora de su desdicha. Creo que éramos todos unos auténticos antihéroes, de esos de los conocimos en los cómics o tal vez, más ahora, a los que nos obligaron a leer en clase de literatura cuando éramos unos críos. Pero en todo aquel ambiente había una cosa que era evidente, aquellos que llenábamos aquel bar no cogíamos un libro a menos que fuera el Kamasutra o fuera una revista pornográfica y que no tuviera muchas letras…
Maté a mi mejor amigo. Me aproveché de él hasta su último aliento. Y lo estrellé contra el cenicero.
La tormenta se devoraba a la noche. El pianista había terminado la canción, pero volvió a susurrarla. Yo me levanté. Me acerqué a él, le di dos palmadas en la espalda, me miró con una sonrisa, y salí por la puerta comprendiendo que de todos los menesterosos de aquel bar, el único que había probado el amor había sido él, y por ello era mejor que nosotros.
Caminé, y la lluvia mojó mi libro.
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20 de mayo de 2009
Nos-Fer-Ato
Segunda pieza para la exposición "Monstruosa adolescencia" que estoy preparando, en xilografía, para dentro de un mes (más o menos). Puede que suba más, pero para el resto habrá que esperar hasta la inauguración de la expo ;)
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19 de mayo de 2009
Pensamientos en las Madrugadas III
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18 de mayo de 2009
15 de mayo de 2009
Serenata feliz
Andaba pesado. La estampa era una figura oscura, diminuta, avanzando en contra del polvoriento viento alzando a su antojo la ruana que le protegía en vano. El camino de polvo y piedra amarillenta había desaparecido, quizás escondido. Para sus adentros y en baja voz canturreaba con el miedo a ser descubierto por la gran desolación que le rodeaba:
“soy feliz…, soy un hombre feliz…”.
“…espero que me perdonen…”.
Y silencio. Sólo quedó el crujir de su pisar sobre la tierra inerte.
El sol caía y a lo lejos comenzaba una zona de seco bosque calvero.
Cayó con el sol y el fardo. Con poco espíritu recogió ramas y troncos muertos; prendió una hoguera. El viento seguía soplando pero con la resignación y el consuelo de no darse por vencido, y el fuego bailaba.
Sacó del atadijo un trozo de pan y algo de queso. Comió en silencio.
El fuego se extinguía cuando lo avivó con varios troncos, después cogió su bulto y usándolo de almohada se cobijó con su capote tarareando la serenata a las estrellas.
La madrugada lo sobresaltó. El frío viento había abatido al fuego y se crecía. La oscuridad reinaba a su alrededor, y en él. Vacío. La estrellas parecían lejanas y malvadas. Se enderezó para enfrentarse a su enemigo invisible, imbatible. Impotente se sentó cansado, abrazó a su fardo de esparto y balanceándose comenzó a musitar…
“… soy un hombre feliz...
… y espero que me perdonen…
… los muertos de mi felicidad…”
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14 de mayo de 2009
13 de mayo de 2009
Gregería de Autor II
El mosquito es el anestesista más eficiente que hay; cuando te quieres dar cuenta ya se ha ido.
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12 de mayo de 2009
11 de mayo de 2009
No Data
La pregunta que al final de las dos semanas todos se hacían era: ¿Porqué no se compra otra?
Y la respuesta, conociendo ya a Rogelio, era sencilla. La cámara fue un presente de un pasado, ya olvidado o más bien perdido…
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4 de mayo de 2009
François y Mr. Corcobado
Hace unos meses descubrí a Javier Corcobado, un tipo peculiar, me gustó porque se parece a mí, jajaja. Escribe oscuro, escribe sexo y además no le queda mal.
Sin duda me gusta. Pero el gran tesoro de su último disco, titulado "A nadie", es un tema que ha venido a desterrar a la famosa canción de Albert Plá, El sol del verano.
Aquí os la dejo, François de vacaciones:
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21 de abril de 2009
Amófora
Dos días antes, o acaso dos semanas o meses o tal vez años… antes.
Gustave recibió una carta de un buen amigo, un tal señor desconocido para mí. En ella un puño agitado hacía zozobrar a la letra en el mar que era el papel. Los ojos entornados del señor G se concentraban en cada una de las acentuaciones y puntuaciones. Cuando hubo terminado, se alejó el escrito de la vista, con un suspiro y a la vez que transformaba su mirada con un grito agarró con sus dos manos el papel, lo hizo una bola y lo lanzó a la papelera mientras que él se tornaba sobre sí y salía del estudio con un portazo tras sus pasos. Los sirvientes, inquietos ante tanta ira y mirándose entre ellos, temiendo alarmados que la paz que desbordaba su señor hubiera sido truncada por siempre. Las miradas, las temerosas, buscaban a Gustave buscando su propia tranquilidad.
Pocos minutos después del estruendo, y tras haber rondado por los pasillos próximos a su estudio, Gustave, se introdujo en un arrebato en su estudio, se lanzó sobre la pelota de papel, la deshizo y volvió a leer la carta. Después la guardó en su cuaderno privado, aquel que viaja con su corazón.
Dos días después, o acaso dos semanas o meses o tal vez años… desde que recibiera la carta.
No había podido volver a dormir desde entonces, de vez en cuando dormitó sin darse cuenta pero no dormía. Las palabras de aquella carta eran losas para su mente. Se sintió como el hermano pequeño de Atlas creyéndose su hermano... Suspiró y hundió por última vez la pluma en el tintero. Luego escribió:
“Querido amigo… no.
Querida Carmina…”
Suspiró con fuerza y continuó.
“Tus palabras me han conmovido, pero a un mismo tiempo me han condenado. Los sentimientos de los que me hablas los tengo desde que de pequeños saltábamos la pared alta de la Sra. Lindtberg para robarle sus naranjas, siempre fueron las más dulces. Había aprendido a controlar el latido de mi corazón al vernos. Había sido capaz de tenerte en mis fantasías y ahí éramos felices. ¿Por qué ahora?
Me regalas tu corazón sin condición y yo no comprendo la razón… Me regalas la obligación de quererte. De serte fiel, que yo ya lo era. Me ofreces someterme a tu amor, a quererme sin condición. Sin condición inicial. Me regalas la posibilidad de hacerte daño. De destruir tu esencia. Me regalas la oportunidad que una vez mía me canse y la aborrezca. Me regalas una vida con ataduras. Me ofreces todos los síes que tienes sin reservar ninguno para el mañana. Me regalas tu amor que es el mismo que el mío, pero que yo no te ofrecí por consideración hacia ti.
Me regalas tu corazón y yo te lo he de devolver porque ya tengo el mío, y aunque falla con frecuencia soy capaz de mantenerlo vivo. ¿Qué iba a hacer yo con dos corazones? Quizás podríamos intercambiarlos, pero… yo creo que me moriría al verte morir por culpa del mío…
Carmina, amor mío.
No puedo aceptar la hermosa responsabilidad que me ofreces. Pues siento que tu regalo es en realidad muerte para mí al ser, en el fondo, yo para ti.
Mi amor es tuyo aunque nunca lo tocarás.
Gustave.”
El punto se expandió, oscuro como el universo, cuando una lágrima sentenció la epístola.
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A pecho descubierto
Sentir; anhelar; que lo que uno es recorre el cuerpo hasta terminar en las falanges y de ahí saltar al papel analógico o digital. No es fácil sentir la ausencia de algo que era tan preciado. Puedo luchar, pero mi corazón está anulado y la fábrica ha cerrado, días de luto son los que se aproximan… Ardo en furiosa pira de sentimientos en estos mismos instantes… quisiera poder expresar la imperiosa voluntad de un Zeus, presentar el belicismo literario de un Ares y la agudeza de una Atenea. Pero mi corazón no bombea palabras sentidas al exterior, es como si mi capacidad de compartir haya dejado de existir, quizás o tal vez, sea la profanación de un ciego pagano quién hace herejía, quemando mi biblioteca de Alejandría.
Hay fiesta en los oscuros bosques de mi cuerpo y la hoguera que alimenta la celebración son los restos flamígeros de mi inerte corazón. Cenizas de algo que debía morir para renacer, quizás más fuerte, quizás más débil, pero diferente o quizás: tristemente indiferente…
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18 de abril de 2009
Mirlos blancos surcan el horizonte
Una vez estuve en la ciudad de Merŭlus. Triste lugar. Sus habitantes, personas que alguna vez fueron algo. Las casas son de tierra fangosa, al igual que sus corazones. Todos visten terrosos y monótonos, sin vida. Vulgares. Se pasan la vida, y ratos muertos, asomados en la vereda del muelle viendo surcar en el horizonte a los mirlos blancos.
Encandilados por aquello que no son por observarlos.
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15 de abril de 2009
3 de abril de 2009
La ciudad ondulante
–¿En qué piensas? –preguntó, de repente, Nereida a la estatua que lo acompañaba.
Fileas volvió de su viaje como si le hubieran arrebatado el ensueño más hermoso de sus últimos cinco minutos de sueño.
–En nada –habló la parquedad.
–Tus nadas están llenos de cosas que no son “nadas” para los demás… –Nereida había comenzado su sermón y estaba dispuesta a juzgarlo, una vez más.
–¿Alguna vez te he hablado de la ciudad ondulante? –Fileas le preguntó pausado, pensativo o de una forma que parecía estar observando una postal que no quería olvidar, interrumpiendo la retahíla de críticas que se avecinaban.
–No… – es lo único que pudo responder. Jamás le había sucedido que Fileas le compartiera algo sin pedírselo antes.
–Se llama Cymŭla, ¿sabes?– le preguntó retóricamente–. Hace mucho que fui. Para llegar hay que pasar tres días de hambre a través del bosque de Esvank. No te gustaría ese lugar, todo está muerto. Después de eso no crees que pueda haber nada más que muerte al final. Pero no es cierto. El final del bosque es invisible y sólo descubres el final cuando ya no estás en él. Es entonces cuando contemplas emocionado, no sé si por el miedo a perderse en la espesura de lo oscuro o por la hermosura del lugar, a Cymŭla. Un valle regado y fructífero, jamás vi algo así…
Fileas hizo una ligera pausa como si volviera a estar allí, como si volviera a abrumarse. Nereida escuchaba atenta, no quería perder ni un detalle.
– Cymŭla –siguió– se encuentra en un valle. Es una ciudad vasta como pocas. El camino que conduce hasta ella es sinuoso como el cuerpo de una serpiente. Descendí por un sendero zanjado por cientos, qué digo cientos, millares de espigas que convertían a la ciudad en una isla en un mar de oro viejo. Aún recuerdo lo delicioso que era sentir la caricia de éstas al pasar la mano por encima en el lento caminar hacia el corazón de la urbe. Cymŭla no se puede describir con las palabras de nuestro lenguaje, hacerlo sería hacerle injusticia, pero por una vez seré injusto con ella pues injusto es también para mí el no poder volver… Sus calles son de piedra vieja, éstas se encuentran fraccionadas a cada cuadra, es decir, cada cuadra se encuentra unida y segmentada a un mismo tiempo. Sus edificios son hermosas esculturas de piedra negra, grandes obras de artesanía sin uniones ni solapamientos, el mismo edificio es la propia tierra y no por ello carece de ornamentos ni de gusto estético, sino todo lo contrario. Es embelesarte a otra época o a muchas épocas en todos los edificios en cada edificio. La gente de Cymŭla, son gente que nunca mira a los ojos pues los hay tan altos y tan bajos que ya desistieron en dicho esfuerzo hace largo tiempo. No obstante son aguerridos de corazón y en sus empresas más cotidianas dan lo mejor de ellos mismos. En otro tiempo fueron personas miedosas y desconfiadas, nunca supe qué pasó ni porqué cambiaron, pero lejos quedó ese temor y su debilidad. Ver un atardecer desde sus almenas… es contemplar la verdadera muerte del sol. Desciende cansado, y el mar de espigas le da coartada reflejando y multiplicando su luz. Por un momento alcanzas a ver el atardecer al mediodía, después de caer el rey sólo queda la impregna de su luz, por horas, en tu retina. Llaman a Cymŭla, la ciudad ondulante, ¿sabes?– habló la retórica nuevamente–. Nunca entendí completamente a qué se referían cuando me hablaban de ello, siempre me respondían: “Porque se ondula”. Un día desayunando poco después del alba, en Cymŭla se duerme poco, los cuernos de los almenares que colindaban con el bosque de Esvank empezaron a tronar en los cielos y en la roca viva que era la ciudad. Sin duda, aquel estruendo no debía de ser nada bueno pues todos, altos y bajos, corrían calle abajo y calle arriba. Uno de sus habitantes entró en la casa, abrió una trampilla y bajó con un candil que tomó y encendió sobre la marcha. Le seguí curioso, o quizá temeroso. ¿Temía acaso el ruido de aquellas almenas? Bajé. Vi como a cincuenta de los altos y bajos sentados sobre unos velocípedos con engranajes que a la voz de un director se pusieron a pedalear al tiempo. Todo comenzó a crujir y a caer piedrecitas y polvo sobre todos. Huí temeroso, o quizá curioso. ¿Era acaso por la protección que me cobijaba? Salí. Cada manzana entera se comenzaba a desnivelar de forma paulatina y con mayor rapidez. Corrí. No sé cuanto, pero corrí hasta alcanzar a la almena principal que también se movía. Tras muchos tropiezos llegué. Continué corriendo escaleras arriba. Crucé el curtido arco de piedra, pues tampoco habían puertas, y me asomé. No di crédito a mis ojos. La ciudad se ondulaba. La isla en el mar de oro viejo se convertía también en mar… Me había convertido en un náufrago de la piedra y la espiga. Mucho rato después los cuernos descansaron y yo fui rescatado.
–…–.
No hubieron más palabras para Nereida.
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25 de marzo de 2009
De cualidades
De entre todos mis defectos tengo la virtud de no ser perfecto.
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16 de marzo de 2009
Días grises
Todo estaba gris; estaba triste. Roland manejaba tranquilo, perdido en la línea que lo abandonaba en el horizonte, más allá de donde yo podía llegar. El mar no brillaba estaba apagado con un azul marino inerte y cadente de blancos. Algún coche, a veces blanco otras azul cerúleo o rojo carmesí, perturbaba la armonía del manto de tristura sobre Boca del Río. Yo me perdía en la riqueza cromática de la melancolía, tan rica, que era imposible no estar triste sin estar en paz... Los asientos invadían de calor mi espalda y resultaba una sensación acogedora, haciendo nacer en mí una dulce seguridad, un sentimiento de protección. Mi cabeza reposaba sobre el respaldo de mi asiento convirtiéndome en un autista: mudo, observador e inexpresivo, y tan sólo mis ojos iban y venían entre farolas de carretera, peatones fugaces y edificios bajos erosionados por el tiempo y el miedo. El viento entraba corriendo a refugiarse de Eolo, enfureciendo a mi cabello hasta transformarlo en Medusa... Roland subió las ventanillas. En ese momento, el calor se hizo más perceptible. Estaba en el resguardo de mi infancia. Y con ese cálido vacío naciendo de mí, una canción empezó a brotar con la misma delicadeza con la que surgía mi letargo. Por un instante cerré los ojos y mi cuerpo, el de mi mente, comenzó a fluir a flotar a transpirar todos los miedos. Cuando los abrí ya no era yo, ya no estaba allí. Pude verme reflejado en el cristal, ahora yo también era gris, formaba parte de Boca del Río y, mi persona, volvía aún más hermoso el melancólico tinte gris en el que nos abandonábamos. Roland jamás habló. Yo callé.
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7 de marzo de 2009
3 de marzo de 2009
La flor desterrada o la envidia del jardín
En el jardín de las caracolas, había una flor, bueno en realidad habían muchas flores pero lo que la hacía única a esa flor es que tenía nombre, a diferencia de sus congéneres. Norberto, el jardinero, un día se la encontró casi muerta en una vereda de la carretera nacional, sabe dios ya de donde. La cuidó y mimó, y para alentarla la premió con un nombre con el que darle ánimos. Indil, que así se llamó, sano rápido y extendió sus pétalos para Norberto. Aún después de haber sanado el jardinero siguió llamándola por su nombre, despertando así las envidias de todo el jardín. Pasó mucho tiempo y las cosas seguían como el primer día para Indil. Lo curioso de que las cosas sigan como siempre es porque en breve, dejarán de estarlo. Y así fue, como al día siguiente del día de como el primer día, Norberto, que siempre fue un hombre tímido y recatado, aparecía acompañado de una hermosa mujer colgada del brazo. De pronto, la inocente voz de la mujer pidió con caprichosa dulzura, una flor. Oído esto, todo el jardín alarmado empezó a agachar las cabezas para pasar desapercibidas, pero Indil, curiosa y feliz por Norberto, no lo hizo. La mujer la avistó, curiosa con su atención al viento, y enseguida dijo: “Quiero ésa”. Norberto la miró con tristeza, e Indil sin entender nada fue desterrada. Y así, el jardín de las envidias volvió a ser feliz.
Ilustración para mi hermanica mayor, Silvia, que anda jodida por las envidias.
Sister, para eso lo mejor es coger las maletas y plantarse en otra parte.
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8 de febrero de 2009
De miedos, de héroes y de vencidos
Tomás siempre tenía la misma pesadilla antes de dormir. Justo cuando su mamá le sumergía en las penumbras con el quejoso clac de la luz. Era entonces cuando sentía que los monstruos de las sombras se abalanzaban sobre él apurando al máximo la oscuridad para atemorizarlo. Durante un tiempo reparó la situación reaccionando con un inmediato y alarmante chillido de terror que hacía que su madre inmediatamente diera a luz. Pero con el tiempo no le quedó otra que cambiar de técnica, y tal se basaba en adentrarse en la oscuridad antes de que ésta llegara. Así pues, desde cierto día y con la colaboración de su mamá, cuando recibía el beso de las buenas noches, inmediatamente cerraba los ojos con toda la fuerza que sus párpados le permitían; y cuando los abría…., ya estaba dentro.
Pero así fue como, sólo, consiguió huir de sus oscuros asaltantes. Cuando ya se encontraba inmerso en la oscuridad, veía todo un escalofriante mundo de confusas formas que nunca podía definir y que nunca se movían, tan solo le observaban. Pese al terror que le causaban, se había acostumbrado a ellas, pues pensaba que si no le habían hecho nada aún es porque le tenían miedo, lo cual era un pensamiento totalmente obvio. Fue así cómo se acostumbró a la criatura del armario que le miraba de forma sombría y que tan sólo cuando pasaba un coche por la calle podía ver sus ojos resplandecer, y al invisible ser que de vez en cuando le asustaba azotando las persianas. También se acostumbró a las arañas que se arrastraban por las paredes produciendo escalofríos a la casa y haciéndola rechinar, y a la NADA de debajo de su cama por la que siempre pasaba una fría corriente de tal forma que parecía que se lo quería llevar. Se acostumbró a la negrura, pues comprendió que habían terminado siendo amigos y ésta se volvía cada vez menos oscura.
Tomás jamás superó esos miedos, pese a que siempre los combatió como el mayor de los héroes de la épica Grecia. Simplemente resistió los envites durante cada noche refugiándose en su improvisada crisálida, y permanecía así hasta que exhausto, bajaba la guardia y se dormía.
Vídeo de la preciosa película, Nocturna, una aventura mágica.
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6 de febrero de 2009
29 de enero de 2009
17 de enero de 2009
La chica cocodrilo
La chica cocodrilo gusta de ir de discotecas con todas sus amigas, otras chicas cocodrilo. Toman su piña colada y cuando los jóvenes se despistan van y les muerden las piernas. Pero ella ya está un poco harta de eso y esta vez hizo algo nuevo...
Colaboración para el proyecto i, serie: asesinos.
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